Ya no podía esperar por mucho tiempo, montando una especie
de moto transformada, me dirigía rumbo al Rímac, al hogar para niños
abandonado, donde nací, crecí y me convertí en lo que soy ahora, pero recibir
informaciones de que ese lugar iba a ser destruido por un grupo de bastardos,
solo me enojaba totalmente, no iba a detenerme por nada del mundo.
- - ¡Espere por favor! – una niña apareció en mitad de la carretera
- - ¿Qué sucede pequeña?
- - Puede ayudarme a volver al orfanato, es que salí buscando una galleta, pero ahora… no sé cómo regresar
- - Vaya… pues sube pequeña, yo también iba a ese lugar
- - Muchas gracias señor
La subí y la sujeté fuertemente, calculaba que tendría unos
seis años, por lo que le di mi casco para protegerle la cabeza, rumbo al orfanato.
En el transcurso del camino, no noté ningún policía ni tampoco guardias o el
mismo ejército, todo parecía despejado para ir directo a mi lugar de origen,
era muy extraño, pero debía seguir el rumbo.
Atravesamos un puente que estaba a medio terminar, debido a
las represalias del gobierno central o algo tan tonto como eso, hasta que
llegamos al orfanatorio donde una vez lo llamé hogar, tan descuidado desde que
la recuerdo. La pequeña niña que nunca me dijo su nombre huyó hacia el
internado, pero esta vez me daba una rara sensación, probablemente de miedo,
pero… ¿Por qué miedo? ¡Esta es mi casa! Sin embargo, las ventanas rotas, todos
los cuartos a oscuras y esa sensación desagradable en mis entrañas no me daban
muchos ánimos, algo había sucedido.
Intenté gritar sin recibir respuesta de la niña, buscándola
por cada rincón, sin encontrar a nadie, sin encontrar personal de trabajo, ni
siquiera guardias, solo un total vacío y oscuridad que realmente me daba miedo,
carajo, este miedo no es normal, entonces pude escuchar las risas de la pequeña
al fondo de un corredor, que daba a la pileta de agua y el pequeño jardín.
Grité que no se moviera, no era común tanto silencio, ni siquiera
cuando nos enviaban a dormir a las nueve de la noche, no… algo estaba
sucediendo en este lugar y yo no era capaz de averiguarlo, ¿Qué mierda sucedía?
Entonces escuché algunos pasos en los cuartos, cuando decidí armarme de valor e
ingresar a un cuarto, no observé nada ¿Era mi imaginación? No… la niña
nuevamente gritaba, pero no de emoción, sino de pavor, algo le pasaba.
Nuevamente los pasos de pequeños pies corriendo de un lugar
a otro, rechinidos de asientos de madera en desuso, y saltos de cama que claramente
podía oír en los cuartos, ¿Qué sucedía? No… no podía desconcentrarme, hasta que
llegué finalmente a la pileta, sin ver a nadie más que la sombra de la luna
reflejada en el agua estancada de la pileta ¿Dónde estás maldita niña?
Me acerqué a la pileta con forma de angelito, fácilmente
esculpido por algún estudiante que nos ayudaba en darnos ropa por las tardes,
suspiré sin saber qué hacer, decidí sacar mi celular para hacer una llamada
rápida a Sylvana, pues temía que le haya sucedido algo, pero era mejor decir
que ella preguntase como estaba, voy a escribir…
- - No servirá si solo escribes Carlitos – una gota de saliva cayó en la pantalla de mi celular, levanté mi cabeza con sumo cuidado hacia la cima de la pileta, era la niña… con ojos rojizos, ojos tan rojos que la sangre era mínima para describirla, y una sonrisa macabra, ni las películas con muñecos de terror bastarían para describir su igualdad… ¿Qué chucha estaba pasando?
Me alejé de la pileta con un salto hacia atrás, cerca de la
puerta principal de ingreso, y pude observar que la niña estaba caminando de
forma horizontal, de forma “poseída”, ¡Esta caminando boca arriba! No solo eso…
varios niños aparecieron detrás de ella, con las mismas características que la
pequeña engendro… ¿Cómo…?
- - Parece que conociste a mis hijitos
- - ¿Quién está ahí? ¡Aparece de una puta vez… por favor!
- - Hahaha ¿Tienes miedo? Pero si eres un lindo joven de vienti tantos años ¿Verdad? Que desilusión
- - ¡Sal ahora! Eh…
- - Vayan mis hijitos, diviértanse con su nueva mascota
- - ¡Carajo!
Los niños venían por mí, no podía golpearlos ni
lastimarlos, mucho menos utilizar mis poderes sobre ellos pues ¡Solo eran
niños! Intenté esquivarlos, pero era muy agiles, debieron comer dulces antes,
estaban muy activos para no escuchar nada y solo esbozar intentos de gritos, no
me quedo de otra que apartarlos a puros lanzamientos, sosteniéndolos de sus
cabezas y derrumbándolos, pero eran varios niños.
Decidí irme por los corredores intentando crear un buen
plan, carajo era demasiado complicado, hasta que se me ocurrió que, si no
podría con tantos, los podría encerrar en un lugar hasta que averiguara que
estaba pasando. Los hice perseguirme por el corredor principal, derrumbando uno
de los casilleros donde los huachimanes ponían sus cosas, al hacerlo los detuvo
por uno segundos, dándome la ventaja para correr rápido, tomar una cadena de
bicicleta que alguien había dejado y salir al patio nuevamente, dar la vuelta
en U fue agotador, maldita sea.
Cerré la puerta fuertemente y utilicé la cadena de metal
para amarrar las manijas de las puertas, creando una especie de seguro, e
inmediatamente fui directo a la puerta para hacer lo mismo, afortunadamente los
niños no se percataron de eso y no pudieron salir, solo golpear con sus
pequeños puños las puertas, pero no serviría para toda la vida, sino encontraba
el problema ahorita, dudo que pudiese contra mis hermanitos.
- - ¡Sal de una maldita vez! ¿Quién eres? ¡¿Tú les hiciste esto?
- - ¡Oh mis niños! Bueno, da igual, solo me retrasaban y eran una bola de retrasados sin dientes
- - ¡Hijo de…! ¡Sal ahora!
- - Pues bien, bienvenida a mi nuevo hogar, soy la teniente general Angie Salazar Vivian, y soy la nueva madre de estos pequeños engendros
- - ¿Qué estás diciendo? Espera… ¿Formas parte de la legión? – dije asombrado y aterrado
- - Dios que imbécil… pues claro que shi, y como una teniente general, tengo un alto grado en la legión, ahora debo encargarme de ti como se debe
- - ¿Encargarme de mi? Lo pagaras maldita perra, utilizar a los niños como monstruos… ¡Eres una maldita!
- - Huy que miedo… después de todo son niños, ni sabrán lo que pasará de aquí en unos cuantos años, ahora bien, es hora de matarte ¿Okey? Déjate matar y todo se resolverá
- - ¿Qué les hiciste? ¡Dime ahora! – grité con furia
- - Oh cierto, pos lo olvidé… mi poder es controlar lo que dicen las personas
- - ¿Controlar?
- - Verás, cuando hablé con estos pequeños angelitos del infierno, les dije que dijeran “Soy tu niño pequeño mi gran señora”, y cuando dijeron eso, cayeron en mi poder, pues al decirlo, me dieron la voluntad para controlarlos, me dieron su permiso. Puedo controlar lo que digan otras personas ¡¿No es estupendo oie zhi?
- - Que… carajo… entonces…
- - Entonces ya te dije mi debilidad también, solo no tienes que hablar, pero si dices algo que te beneficie o te ayude pues, caerás en mi poder bonito, ¿Tú controlas los colores no? Creo que ya no podrás robarlos ups
- - Demonios…
- - Ahora mis amigos adultos, ¿Qué tal si ahora es su turno?
- - ¿Qué dijiste? – varias sombras se abalanzaron sobre mi cuerpo, atrapándome… no podía creerlo, ¡olvidé a los trabajadores del lugar!
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