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domingo, 21 de septiembre de 2014

“Siempre hay momentos de delirar, como existen los

momentos de felicidad”


  • -       ¿Colega legionario? – pregunté sin tener conocimiento de lo que vendría después
  • -       ¡Si! - su entusiasmo creció, al punto de olvidarse de ir a su facultad
  • -       Te equivocas, esta tarjeta me lo dio un tipo con bigote en la terminal… - dije sin saber que responder realmente…
  • -       Muy bien Milagros, parece que ya eres amigo de nuestro nuevo miembro, Luciano Rodríguez – es el señor bigotudo
El mismo tipo del terminal apareció detrás de ella ¿De dónde mierda salió? ¿Qué hace en esta avenida? Sin poder contestarme interiormente, nunca sentí esta sensación ¿Qué diablos estaba sucediendo?
  • -       ¡TÚ! .... ¿DÓNDE ESTA MARIBEL? - lo sujeté de la camisa, la gente que paseaba sin preocupación se alejó de nosotros, y justo se acercaba un policía de tránsito
  • -       Tranquilo, Milagros ve a tu facultad y no pierdas tiempo, yo me encargo de esto. Señores ¡Esto es solo un ensayo para una obra!, no tienen que preocuparse ¡Ya nos vamos!

Al decir esto, la gente dejó de acercase para calmarse e irse, la policía de tránsito volvió a su lugar, todo se normalizó, o eso pensaba. Milagros, en cambio, ni bien vio un ómnibus que decía Santa Cruz, subió y se alejó, cuando subía al ómnibus, me dio una última mirada con esos ojos tan misteriosos, eran diferentes a como los vi la primera vez, eran tan puros… como el mismo cielo despejado, vi en ella, a Maribel.

Al irse, el del bigote me pidió que me calmara y que me explicaría todo y con detalles, siempre y cuando no me alterara ni tampoco usara mis armas, lo solté y nos dirigimos a un lugar más calmado para conversar, nos sentamos en una banca del parque de la exposición, un gran parque… en medio de tanto gris.

  • -       Muy bien, hay que ser más formales a partir de ahora, mi nombre es…
  • -       No me importa tu puto nombre, solo quiero saber cómo es que conoces a Maribel y que significa, “Legión del Cóndor”
  • -       ¡Tranquilo! Bien, para empezar, Maribel no es una chica cualquiera, ella nunca te ha dicho la verdad, y con lo de la legión, es solo un grupo de la policía del Perú
  • -       ¡No me jodas con eso! - mi estado de ánimo volvió a descontrolarse- ¡Explícate bien o ahora mismo te asesino!
  • -       ¿Cómo lo hiciste con esos ladronzuelos?
  • -       Ya lo dijiste, sin vacilaciones
  • -       Que crueldad, no se necesita ser un investigador con doctorado para saber que un tipo que va a Lima, sin familia ni razón aparente de viajar, que cuando viajo se acabaron los asesinatos, y no todos los días viaje alguien tan… peculiar como tú, y solo peor ¿Es una casualidad?, no mi amigo, en este mundo no existen las casualidades
  • -       Significa, que me han estado siguiendo, tú eres uno de ellos ¿Verdad?
  • -       Ajá, y justo te iba a decir mi nombre cuando me interrumpiste con tu…desesperante personalidad
  • -       Déjate de huevadas, y dime quien mierda eres y todo lo que es eso de la legión
  • -       ¡Hey!, no es necesario tantas groserías, te lo contare a su debido tiempo, por ahora, como bien dijo la colega Milagros, ya eres uno de nosotros, si no te diste cuenta, esa tarjeta que guardaste, tiene un chip rastreador
  • -       ¿Pero qué?

Revisé la tarjeta nuevamente, y en exacto, el logo resaltaba, pensé que era para llamar la atención, pero ¿Era un maldito chip? ¿Todo este tiempo me han estado siguiendo?

  • -       ¿Y por qué yo? ¿Es por qué asesiné a esas personas? ¿Por eso me siguieron y secuestraron a Maribel?
  • -       No, nada de eso, veras, ahora si te diré todo, soy el teniente general de la policía nacional del Perú, el señor Rodríguez, y a quien tu llamabas “hermana menor”, es nada menos, que la hija no reconocida… del general de toda la policía, el general Alexander
  • -       ¿Qué dijiste?
Maribel… ¿Es HIJA DEL GENERAL DE TODA LA POLICIA?, pero… nunca me dijo nada, si es no reconocida, entonces, entiendo sus razones para nunca saber sobre sus verdaderos padres, lo oculto muy bien.
  • -       Y pues, por eso regreso a donde debe de estar, con su padre, yo solo me encargué de que llegara a salvo
  • -       Gracias por aclararme eso, entonces, ya tengo un objetivo claro en esta maldita capital… asesinaré a ese general y rescataré a Maribel
  • -       ¡No tan rápido amigo! Pues resulta que, el general está aquí
  • -       ¿Qué dices?, no vi a ningún policía en este lugar
  • -       Exacto, nunca lo viste, porque él ya estaba dentro y siempre estuvo a nuestro lado escuchando todo lo que decías
  • -       ¿Qué…?

En un parpadeo, un tipo alto, robusto, usando una camisa celeste combinada con una casaca de cuadros apareció frente a nosotros ¡De la nada! ¿Qué mierda está SUCEDIENDO?
  • -       Tranquilo Luciano, el…
  • -       No es necesario que hables más Teniente Rodríguez
  • -       Sí, mi general
  • -       ¿Qué…? ¡NO PUEDO MOVERME!
¡QUE CLASE DE TRUCO ES ESTE!, ¡QUE MIERDA SUCEDE!, NO LO PUEDO DEJAR DE VER…. ¡NO PUEDO PARPADEAR… ¡NO PUEDO MOVERME…, CASI SIENTO… QUE NO PUEDO NI RESPIRAR!
  • -       Bienvenido a la legión colega Luciano, pero como todo iniciado, debes de pasar por el “llamamiento cóndor”, para ser aceptado totalmente, y no te preocupes por lo que sientes ahora, dentro de unos segundos, todo se oscurecerá

Al terminar de decir eso, mi mente se puso en negro, mis ojos solo veían el color negro, ¡todo es negro!
  • -       Bien teniente, ahora que está bajo el “control”, hay que salir del parque, sino la gente sospechará ¿Milagros ya fue a su facultad?
  • -       Sí señor, todo se cumple como usted predijo
  • -       No predije nada teniente, todo es de acuerdo, a como se fijó el plan, hace 70 años, todo gracias, a nuestra querida primera legión



“Las apariencias siempre engañan, y más cuando es mentira disfrazada de sinceridad”


Con rumbo a la capital, al centro histórico de Lima, a un lugar llamado “Palacio de gobierno”, ese lugar rezumbaba como una mosca en mi cerebro.

  • -       Dime, Milagros ¿Vives en Lurín tu sola?
  • -       ¿Eh? - su mirada se desvió del paisaje de cerros, a mi mirada
  • -       Si vives tu sola en Lurín
  • -       No, vivo con mis padres, y muy apartados de todo rastro de la capital, es agradable
  • -       ¿Por qué es agradable vivir lejos de la ciudad principal del país?
  • -       Porque… no tengo que ver a diario el desastre ocasionado por la sociedad limeña

Esas últimas palabras que pronunció, fueron tan filosóficas, a mi parecer, como para ser pronunciadas por una simple niña de 19 años.

  • -       ¿A qué te refieres cuando mencionas a la sociedad limeña?
  • -       Pues, que es feo vivir en plena capital, donde sucede de todo, mientras que aquí, es muy calmado, a veces se ven las estrellas y la luna, demasiado grande como para pasar desapercibido, cosa que en el centro jamás se vería
  • -       Realmente eres extraña… Milagros
  • -       No me importa, si es un insulto entonces está bien
  • -       No me refería a eso, yo conocí a una chica con tus mismos pensamientos - hace días que no pensaba en Maribel, desde que se fue
  • -       Oh ¿Tu novia?
  • -       No, una amiga que siempre mencionaba en irse a vivir a la sierra, solo para estar más tranquila
  • -       Entonces no soy la única que piensa de esta forma, haha - una risa aliviada
  • -       Si, tienes algo en común en ella, en el mismo sentido de pensar en la capital, como el vertedero de todo el país
  • -       Y tú… ¿Por qué vas a la capital?

No supe que responder, pasaron segundos eternos donde mi respuesta fue obviada por su mirada al paisaje nuevamente, y donde me aviso…

  • -       Ya llegamos a la Javier Prado
  • -       ¿Javier Prado?
  • -       Si, la avenida, allí está la caseta para que los ómnibus ingresen

No vi ninguna caseta, solo la carretera y muchos autos, alrededor muchos edificios, y después de 10 minutos, apareció la caseta, mierda!, otra vez lo hizo, ¿Cómo pudo observar desde tan lejos?, ¿Quién es esta chica?, puede ver objetos a kilómetros sin necesidad de usar binoculares o lentes especiales… acaso… ¿Tiene que ver con los supuestos héroes a quienes busco?, será… ¿Amiga de ese héroe enmascarado con poderes extraño? No… es muy temprano para sacar conclusiones.
  • -       Bien… Luciano, ya me tengo que bajar en el siguiente paradero
  • -       ¿Qué paradero es el siguiente?
  • -       Avenida Garcilazo de la Vega ¿Dónde vas a bajar?
  • -       Creo que donde tu bajaras, después de todo, tengo tiempo - demasiado diría
  • -       Ah, está bien

Nos bajamos en la avenida Garcilazo de la Vega, demasiado tránsito para una sola avenida, edificios antiguos decoran la pista, y veo panfletos por todos lados, las elecciones se acercan…, y un nublado cielo, esto es Lima, comienzo a extrañar Chiclayo… al menos el sol estaba junto al mar.
-       Yo me voy a Miraflores, por allá estudio, un gusto conocerte Luciano
-       Igualmente, Milagros, no espero que nos volvamos a ver, pero si es así, te invitare algo
-       ¡Oh!, ¡no te preocupes!, fue un gusto conocer a alguien… muy amable
Antes de despedirme de ella con un ligero apretón de manos, la carta de presentación que recibí de ese tipo bigotudo cayó al piso, ella lo recogió y sus ojos se abrieron, como si estuviese asustada, o, mejor dicho, sorprendida mente asustada.
-       ¿La legión?
-       Eh… discúlpame, se me cayó sin querer
-       ¿Perteneces a la legión?
-       ¿Cómo dices?
-       Uf - un suspiro de alivio -, pensé que era la única que no vive en la misma Lima que pertenecía a la Legión
-       ¿Ah… qué te refieres?
-       ¡Ya somos dos! Yo también pertenezco a la gran legión, soy nueva en realidad, entonces, siempre será un gusto conocerte… ¡colega legionario! - una leve sonrisa apareció en su delicado rostro, pero no lo sentía como una sonrisa de felicidad


viernes, 12 de septiembre de 2014





“Siembra rencor, y cosecharás amor”

Finalmente, la ciudad nauseabunda de Lima. Una hermosa ciudad, pero tan contaminada como mi hogar, una nube gris demasiado espesa retiene mi visión sobre la ciudad, pero, no veo nada detrás de las pequeñas montañas, absolutamente nada.

Es como si un tornado minutos antes de mi llegada, arraso con todo, solo hay tierra y nubes de polvo ¿Esto es Lima? No, el mar aún se contempla muy cerca del peñasco por donde camino. Entonces, no es la mágica ciudad de reyes, pero, ¿Cuánto me falta? Carajo, tengo sed y no hay ningún puesto o carretillero para comprar agua…

Al borde de un cataclismo y correr a donde sea, porque mientras camino hasta llegar a la capital, todo es demasiado aburrido, observo un letrero con una flecha que apunta directamente de frente, cinco kilómetros para llegar a la provincia regional de Lurín ¿Lurín? Vaya, entonces aún estoy muy lejos, debe haber algún ómnibus para llegar, algún micro o taxi, pero, eso me costaría demasiado dinero, mejor un micro, más efectivo, informal, pero que mierda, es mejor que caminar diez horas en total soledad.

Cuando me doy cuenta, veo algunas casas pre fabricadas a mi alrededor, las personas lavan su ropa con la poca agua que tienen, los niños juegan con perros callejeros, y a lo lejos, un colegio, pero, muy deteriorado, a punto de derrumbarse, ¿eso es educación primaria?, y eso no es todo, paso al costado del edificio, y veo que dice también, secundaria… que desalentador.

A los habitantes de este asentamiento humano parece no importarles, como si no tuvieses problemas, si fuese un paraíso rodeado de tierra, pero, ahora lo recuerdo, no es un asentamiento, son invasores que desean una casa donde vivir, maldita sea…

Llego a la carretera central, camino al costado de la panamericana, los ómnibus pasan con gente, en dirección, supongo, que a Lima. Intento parar alguno, pero ninguno se detiene, estoy por sacar una de mis pistolas, pero, reacciono de inmediato, no se detienen porque no hay paradero, ese acto me hubiese costado mi identidad, con un carajo.

La pequeña ciudad de Lurín, por fin algo de civilización, pero, a lo peruano. Mototaxis por doquier, combis parando en medio de la pista, señoras cruzando la misma pista con sus pequeños hijos, sin mirar a ambos lados ¡Malditas sean! Este lugar no es un paraíso, ni una invasión, es solo una muestra deteriorada de que, la sierra quiere convertirse en costa, y todo por un puto sistema llamado “Congreso peruano”.

Me detengo en un paradero, arriba dice “Paradero Explosivo”, que nombre tan peculiar, me agrada en absoluto.

  • -       Disculpe señor – una chica de cabello marrón se me acerca al lado para preguntarme
  • -       ¿Qué deseas? – volteo para verla de mejor, y lo primero que atrae mi atención son esos ojos marrones claros
  • -       ¿Me puede decir la hora por favor?
  • -       Ah… son las cuatro con cinco minutos
  • -       Rayos, gracias señor
  • -       Si… - la veo de cerca, es una chica, con un sastre color rojo, el cabello marrón suelto, y esos ojos con una extraña sonrisa… me recuerda a…

La conversación se termina, la chica espera el mismo ómnibus que yo, es de suponer pues ningún otro transporte pasa. Han pasado como tres combis, pero ella no sube a ninguno, noto en su mirada, sin que se dé cuenta de que la miro, una extraña mirada, de que está perdida, pero no sabe a dónde ir. Sin ánimos de continuar una charla, pero, con si la intención de saber que micro o ómnibus me lleva a la capital, le pregunto:

  • -       ¿Sabes que ómnibus va a la capital?
  • -       A pues si - respondió con esa mirada tan poco común
  • -       ¿Cuál?
  • -       Es la misma que tomo yo, es un chosiscano, creo, pero son de color marrón con rayas anaranjadas, justo allí viene, arriba dice Lima, Grau y Lurín

Me levanto a ver casi al fondo de la carretera, y efectivamente, es un ómnibus grande, y creo que el letrero dice Lima. ¿Cómo hizo para mirar tan lejos?  O ¿Cómo hizo para identificar los colores a tal distancia? ¡Son casi 10 kilómetros de distancia! Ni si quiera con unos binoculares se podría ver a tan perfección.

  • -       Gracias… señorita- ¿Soy cordial con alguien quien no me importa?
  • -       ¡No se preocupe señor! - una sonrisa que significa confianza - No es de aquí ¿Verdad?
  • -       No, soy chiclayano – intenté no decir mi verdadero lugar de origen - Pero no soy de los tipos que suben a los carros a sonsear a la gente con tales mentiras
  • -       ¡No! No me refería a eso, bueno, ya se acerca ¿Va a Lima también? ¿no?  - su confianza creo que mejoro luego de que viera que no era un señor, sino, alguien, tal vez, de su misma edad
  • -      
  • -       Por cierto, soy Milagros, y usted es…
  • -       Luciano
  • -       Oh, qué nombre tan…
  • -       No es necesario tanta amabilidad, Milagros
  • -       …- ese leve movimiento de su boca, sarcástica, mostraba aun confianza
  • -       ¿Te puedo pedir un favor? - pregunté sin tanta molestia
  • -       Ah… pues, no creo - su confianza paso a ser una duda en su rostro joven
  • -       ¿Me puedes avisar cuando llegue a la misma capital, o lo más cerca del centro de Lima? Solo eso
  • -       A, sí, yo bajo también, pero con rumbo a mi universidad

Antes de subir, un sonido vibró por el lugar, la chica sacó de su bolsillo un celular, y lo contestó inmediatamente. A segundos de subir al ómnibus, lo guardo, pero, se le cayó el celular, lo recogí, no por ser amable, antes de dárselo vi un nombre poco común, el chico quien la llamo, debía ser su amigo o enamorado, pero, ese nombre… Jerouu, que extraño.
  • -       Bueno, aquí está el carro, por cierto, mi nombre es Milagros, un gusto… conocerte, Luciano
  • -       Igualmente, Milagros
  • -       Jerouu… que nombre tan extraño.




miércoles, 10 de septiembre de 2014




“El hombre justo no es aquel hombre que no comete injusticia, sino es aquel que pudiendo ser injusto no quiere serlo.”


Al ver esta tarjeta, no entendí lo que significaba ¿Cómo conoce a Maribel?, ¿Quién es ese tipo bigotudo? Me senté de nuevo en mi asiento a esperar otras cinco largas horas tratando de responder estas preguntas ¿Me están siguiendo? no puedo interrogarme más, debo tomar un café para despejar mis ideas y leer lo que aparece publicado en la primera plana del periódico. “Héroes”.

Mientras leo algunos reportajes, trato de averiguar quiénes son estos niños, quizás sean verdaderamente policías encubiertos y que tratan de tapar una noticia aún más grande. Como tal vez son tipos estúpidos tratando de hacerse famosos. Los minutos pasan, y en un abrir y cerrar de ojos, ya son las 6 a.m. Mi ómnibus parte dentro de cinco minutos, lo abordo y me coloco al costado de la ventana, en eso veo pasar a dos sujetos con gorra y se ven sospechosos de algo, van de manera apresurada a los últimos asientos, y ya sé porque, ambos tienen armas de corto alcance en sus bolsillos, tal parece que este viaje, será divertido.

Llegaré a Lima dentro de 6 horas, pero esos tipos de las armas aún siguen sin moverse, ni para ir al baño. Llegamos al paradero en la ciudad de Trujillo, una hermosa ciudad, cuna de la marinera, y hogar de muchos malandrines que debo eliminar, y me ocupare en otro momento. El ómnibus sigue su recorrido, no he dormido nada en todo el viaje, solo he pensado en que haré cuando llegué a la capital.

El ómnibus interprovincial se detuvo en un paradero desconocido, y subió una señora con una bolsa grande de mercado, las personas dormían, aunque el sol ya se puso en el medio del cielo. Los tipos del fondo se levantaron y sacaron sus pistolas, el momento de su atraco llegó, lastimosamente, no esperaban que el “Asesino del norte” también estuviese en su robo.

Apuntaron a los pobres pasajeros, tan asustados y temerosos de morir en ese instante, por mí, que los mataran a todos, sin importar a los niños. Uno de los maleantes se acercaba amenazando con el arma, mientras el otro guardaba todo en la bolsa de la señora que recién subió al ómnibus, era parte de ese grupo. Cuando me apuntaron directo a mi cabeza, le dije que disparara. El ladrón se sorprendió de mi respuesta, y yo insistí en que jalara del gatillo, el ladrón otra vez insulto a mi madre y acerco más la punta del arma a mi cabeza.

Un niño grito por el miedo, el malhechor volteó por unos segundos su cabeza a donde gritaba el niño, y eso me dio oportunidad de apartar su arma, y golpearlo directo a su cachete izquierdo, un puñetazo tan fuerte que se golpeó contra la ventana, el otro tratando de sacar su pistola al ver a su compañero caído, agarre una de mi pistolas y disparé directo a su mentón, la bala lo atravesó y la sangre se dispersó entre los pasajeros asustados, y ahora de seguro, traumados.

La señora bajo del ómnibus, yo la perseguí y les grité a los pasajeros que se quedaran, el chófer me vio con cara con pánico, le dije que no se moviera hasta que acabara con ella. Pero, por sorpresa, aparecieron fuera del ómnibus otros cuatro ladrones, dos de hechos con fusiles, intentaron matarme disparando contra el ómnibus, fallaron, y disparé contra ambos sin resultar herido, abandoné mis pistolas por un momento, para dar un puñetazo a uno, y al otro una patada en el estómago, con dos menos, solo quedaba la señora que trataba de huir, le lancé uno de los fusiles directo a sus piernas, causando su caída en el piso y quejas de dolor.

Me acerqué a ella, saqué un cuchillo pequeño oculto en la media de mi zapatilla izquierda, agarré con fuerza su cabello hacia atrás, y me dispuse a cortarle el cuello, pero, al voltear al ómnibus, el niño que grito la salvo por unos segundos, me miró con un rostro sin emoción, pálido, triste ¿Por qué? Es que, sentía lastima por quienes agredieron a sus padres, con esta escena, no pude matar a la señora, solo la golpeé para dejarla inconsciente, la única sobreviviente de su grupo, los otros, deben estar quemándose.

Alguien arrojó mi pequeña maleta fuera del ómnibus, y partió de inmediato, huyendo de la escena del crimen, y dejándome a mi suerte en pleno cerro; mierda, me dije interiormente.
Vi al lado de la carretera el mar, con neblina acariciando los peñascos, un mar tan gélido y rígido. Tome mis cosas y me fui lo más pronto posible, antes de que pasara otro ómnibus, y peor, la patrulla de la policía. Pensé que mi viaje demoraría aún más, y llegaría como un vago, pero, levante la cabeza a un letrero que me daba la bienvenida, y como el principio de algo, ahora empezaba. Ese letrero, es mi meta en lo que queda del año.

“Bienvenido a Lima”


Una cálida bienvenida, nada mejor que la sangre de los pecadores en las manos del sacerdote al ingresar al hogar. Un nuevo hogar. 

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