- - ¡Al fin podré contar la parte de mi maravillosa historia!… ¡Oh! ¡Qué hermoso paisaje! Parece que llegamos a la ciudad blanca, Arequipa, ¡momento de iniciar mi entrenamiento especial y salvar al mundo! Pero… ¿por dónde empiezo? x.x – pensaba Alexina mientras sacaba su maleta del ómnibus en la terminal de buses de la capital arequipeña
Los
Soulos dejaron sus rutinarias vidas para entrenar en lo profundo del país, en
el interior de un antiguo imperio perdido y desconocido todavía, que vivió
miles de años y era su deber encontrar su sentido de la vida. Cada uno le tocó
una provincia distinta, comenzando por Alexina y su viaje a la mítica provincia
de Arequipa, donde comenzaría su travesía por reencontrarse con su antepasado inca
y recobrar fuerza en su poder recientemente descubierto.
Alexina,
usando un sombrero plegable blanco para cubrirse del sol; que azotaba la ciudad;
se maravilló con lo que observaba a sus alrededores, una ciudad distinta a Lima,
con iglesias antiguas y personas compartiendo sus cosas, pocos autos o ómnibus
girando por el centro; un nuevo mundo para ella; algo tranquilo, como recordaba
de su ciudad natal, se preguntaba qué sería de su familia en esos momentos,
hasta que una voz la sacó de sus dudas.
- - Buenos días jovencita, ¿desearía comprar turrones?
- - Oh no, gracias señora discúlpeme, ¿conoce algún lugar donde… donde… existan ruinas antiguas o museos?
- - Mmm, claro que si señorita, pero antes…
- - Está bien, le comprare algunos… - al sacar el dinero de su bolsillo, recordé que solo le había entregado diez soles y luego ella tendría que arreglárselas para regresar antes del 24 de diciembre, sin embargo, decidió guardar algo de dinero extra por si las dudas, le pagó amablemente y le indicó el museo más cercano
- - Gracias señora – contesté amablemente
Seguía
sorprendiéndome por las grandes esculturas y casonas que observaba en la ciudad
blanca; no era de menospreciar ningún detalle; algunos vendedores al verme me sonreían
y trataban de venderme cosas, pero que por el momento no era necesario, tenía
que averiguar exactamente que debía de hacer y donde comenzar, fue así como
yendo al museo solucionaría mis dudas, eso creía desde un principio.
Pero
al comenzar a moverme, no quise seguir avanzando debido a que no conocía
ninguna parte de esta ciudad, y al ver tantas estructuras y calles, como la
avenida Moral y la calle Jerusalén, me atormentaba mi tan poca guía de recordar.
El museo era gigante y hermoso, bueno no tan enorme, pero con mucho valor
cultural, que las personas al ingresar a este lugar, se quedaban sin palabras
por ver esas obras; piezas mitológicas incas antiguas, casas de adobe de la
época colonial y joyas de diversos tamaños…
- - Señorita el costo de entrada es de cinco nuevos soles
- - Este…
Y no
pude ingresar al museo debido a que escaseaba de dinero, no quería gastarlo en
entradas a lugares o cosas sin sentido, apenas me quedaba para los almuerzos de
tres días o menos si sabia limosnear y alguna que otra bebida, todavía no
entendía bien el porqué de aceptar toda esta misión, ¡es demasiado complicado!
Nunca
debí aceptar esto, ahora estoy perdida en una provincia que desconozco, en un
país donde apenas conozco a ciertas personas y en total ruina monetaria, osea
misia, como lo dicen por aquí. Me senté en las escaleras del museo antes de que
me echaran a patadas, no podía hacer nada, todo por aceptar las ordenes de ese
extraño vago y el millonario lindo de Ariano… caramba, ya no sé qué hacer…
tengo miedo.
- - ¡Choro! ¡Atrápenlo de inmediato por favor! – gritó una señorita a quien minutos antes le habían arranchado la cartera
Una
señora gritaba con desesperación mientras otro sujeto con su polo de Adidas le
arrebataba la cartera y el celular, un acto de crimen ¡un acto de ladrones! Tal
como sucedía en Lima, también podría pasar en cualquier ciudad del mundo, y
esta bella capital no era la excepción. Si no podía acceder al museo, por lo
menos podría detener a ese ladrón y hacer lo que es correcto, devolverle el
bolso a la señora, ¡es momento que Alexina de los Leones se haga presente!
El
tipo del bolso corría por las calles empujando a cualquiera que interrumpiese
su huida, pero no contaba con que una bella actriz y que sabía de aeróbicos le
alcanzaría a varias cuadras lejos del museo. Le propiné una patada en la mandíbula
sosteniéndome de una escalera, logrando impactarlo y tumbarlo al piso, soltando
el bolso y dejándome a disposición de atacarlo.
Sin embargo, no acababa allí, el ladrón se puso de pie y
saco una pistola para intentar dispararme, la policía todavía tardaría en
llegar, pero el ladrón no esperaría por nada y disparo a diestra y siniestra. Sin
reaccionar de inmediato como se supone que tendría que hacerlo, una bala rozó
mi hombro derecho apenas causando una leve grieta de sangre en mi piel, el tipo
iba en serio, y yo no me daba los lujos para no hacer lo mismo.
Esquivé las siguientes balas subiendo a la escalera nuevamente
y yendo al techo, donde el ladrón sería incapaz de disparar hacia ese lugar,
decidió correr antes de que comenzara mi contraataque; tan típico de ellos; no
obstante, este lugar no sería para cobardes. Una cosa que aprendí acerca de
Jerouu, sus amigos y mis disqué “tutores”, es que no podía dejar las cosas sin
arreglarlas, si tenía un don mágico, era momento de utilizarlo.
Una persona nunca nace bueno ni muere bueno, tampoco el
malo, solo se hacen las cosas como uno cree que debe de hacerlas, ya sea para
bien o mal, eso no importa, sino lo que resulte de eso sea satisfactorio para
uno mismo, y el detener a ese malhechor era mi trabajo. Antes de que escapara,
respiré profundo, estiré mis piernas y mis brazos de un lado a otro, tal vez no
era capaz de utilizarlo como quisiese, pero si el controlar el viento significa
crear ráfagas de aire, entonces… ¡yo lo haría!
Con un salto en el aire, me lancé contra todo pronóstico
hacia el criminal, arrojando una patada de aire suprimido que le impactó en
toda la espalda, al parecer quebrándola, ¡una súper patada rompe huesos de
aire! Tal fue el impacto que cayó al piso con el crujido de varios huesos
haciéndose añicos, mi patada realmente fue impresionante ¡una patada de aire!
Pero las impresiones de felicidades acabarían en este
momento, un hombre extraño me sujetó fuerte la mano llevándome a una calle
despoblada, con el sol en lo máximo de su punto. Intenté soltarme o darle
algunas patadas para zafarme de este sujeto, pero era imposible liberarme de
ella, su peculiar olor a mujer lo delató, pero no pude liberarme pues adivinó
todos mis movimientos, incluso repitió mi misma patada de aire que minutos
antes lo había realizado.
- - ¿Quién eres? – pregunté sorprendida y apenas respirando por la corrida desesperada que hacíamos
- - No importa eso, ahora sígueme por tu bien, y la orden de los Soulos
- - ¿Cómo sabes eso?
- - Solo sígueme
Su voz no era normal, era distorsionada, cubierta por una
polera y gorro naranja, era una mujer de mi tamaño y que parecía ser
maratonista, ¿pero entonces? ¿Qué sucedía? No podía seguir con los demás, era
necesario encontrar mi camino, y si para eso tenía que pelear con cada sujetó
raro que encontrara en mi camino sería la solución, pues bienvenida era… ¡y la
ataque de nuevo con una súper patada de aire! Cosa que ella/él… lo rechazó
nuevamente, pero gracias al aire comprimido que se liberó, la gorra de esta
tipa se desprendió…
- - ¡Ya basta de tonterías Alexina! – era Gianina… mi mejor amiga ¡¿Qué rayos sucede?!