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jueves, 26 de enero de 2017

El general quedó frente a frente con Jerouu, ambos contemplando las fuerzas ya agotándose uno del otro. Mientras los demás Soulos cayeron rendidos por semejante ataque del llamado “Malkium”, el general solo se jactaba que los derrotaría, para luego colgar sus cabezas en cada plaza de la capital. Jerouu intentaba encontrar una explicación para saber cómo pudo aprender tal apreciada técnica, si se supone que solo lo podrían aprender de los seres antiguos conocidos como Muquis.


El general le respondió que efectivamente, tenía razón, pero se equivocaba en un punto, el punto era que solo bastaba aprender de otro ser humano a quien se le dio el permiso para aprenderlo, para ser capaz de realizarlo. Si una persona se le permitía aprender el Ium por parte de un Muqui o cualquier ser mágico, entonces este podría enseñarlo a todos los que deseaban aprenderlo, siempre y cuando sus consecuencias no afectaran el entorno.

Declaró haberlo aprendido del mismo viejo vagabundo Reynaldo, él fue quien se lo enseñó cuando despertó del coma que lo dejo postrado en cama durante días, con la excusa de que tuvo una visión sobre que el derrotaría a un grupo llamado “La legión del Cóndor”, se propuso aprender la legendaria técnica. Lastimosamente, Reynaldo creyó firmemente en su palabra, aunque luego de verlo usar el poder de la naturaleza para sus conveniencias, no tuvo otra opción que recurrir a su viejo amigos, Hugo, y a su descendiente, el joven Jerouu.
Se quedó atónito por la declaración del general, que aprovechó su sorpresa, para golpearlo en el estómago, logrando que escupiese sangre, para luego golpearlo en el rostro con varias patadas, sujetarlo del cabello y lanzarlo hacia varios buses, seguidamente utilizar su técnica final para acabarlo inmediatamente. Mientras Jerouu intentaba manejar la situación irreparablemente, no podía pensar claramente, no sabía qué hacer, todavía no controlaba el Ium al máximo de su poder, y ahora enfrentaba a otro sujeto que lo conocía perfectamente.

Ya no pudo reconocer la realidad de la fantasía, ya no le importo que lo tomara de la cabeza para arrastrarlo por toda la avenida México, chocando su rostro en el pavimento, destrozando la pista con su cabeza, alzarlo y patearlo nuevamente en la espalda. Antes de matarlo, decidió sujetarlo por piernas y brazos para colocarlo sobre su cabeza, causando el rompimiento de varias costillas al doblarle la espalda como si fuese un fideo.

Cada rompimiento de las costillas, Jerouu recordaba su breve entrenamiento y las dificultades que tuvo que pasar para llegar a ese estado. Pensó en Kaytlin y de cómo lo estaría viviendo en estos tiempos de guerra, en sus amigos de la universidad, en su abuelo y la familia que le quedaba. No podía pensar claramente, pero regresó a la realidad gracias al golpe final en la cabeza de Jerouu, que lo envió al Estadio Nacional, destruyendo en el camino las puertas principales hacia el estadio.

El general, con varias heridas en el cuerpo, su armadura hecha trizas, y varios cortes en el rostro, siguió sonriendo observando su gran triunfo a la vuelta de la esquina. No todo era felicidad, pues por la izquierda apareció Sylvana, quien quiso atacarlo con sus puños de electricidad, pero sin portar la legendaria armadura, su ataque fue esquivado por el general, quien la sujetó por la cabeza, lanzándola hacia una tienda cerrada, derrumbando parte del edificio y con ella dentro, con varios huesos rotos, fuera de combate. Inmediatamente Carlos se molestó por el ataque a su amada, utilizó su borrador especial para hacer aparecer una espada pequeña roja con su sangre brotando de varios cortes, pero fue rota sorpresivamente por el brazo derecho del general, aunque antes logró hacerle un corte profundo; lo sujetó del cuello y justo antes de asfixiarlo, hizo gala de sus poderes con otra espada medieval el soñador Jhon, cortándole el brazo derecho.

Jhon pudo sonreír al ver tal hazaña, cortarle el brazo derecho del general que todo lo podía lograr y parecía invencible. Pero… la sonrisa acabo cuando recibió una fuerte patada en la cabeza gracias a una voltereta del general, que acabó impactando un muro de la municipalidad, dejando fuero de combate a Jhon; mientras Carlos pudo atravesar con su espada roja parte del torso del general, pero este sujeto la espada, lo cargó y con su increíble fuerza que parecía no agotarse, lo arrojó al cielo y lo pateó en el aire, dejándolo al borde de la muerte.

El general escupió en el suelo sangre, no podía creer lo que estaba sucediendo, sin un brazo escupiendo sangre tratando de mantenerse de pie, el uso excesivo de su poder le estaba pasando la cuenta, cosa que poco le importo en realidad, solo quería acabar con Jerouu de una vez por todas, tomó parte de su camisa rota y lo utilizó como venda. Al frente del general se encontraban Milady y Luis, quienes no dudaban en permanecer frente a ese terrible sujeto y mostrarle todo el poder de los Soulos. No temió sus invitaciones, fue con mucha prisa hacia ellos atacándolos con su único brazo que le quedaba, muy eficiente para hacerse cargo de Milady golpeando sus piernas, mientras que Luis fue derrumbado por el atrancamiento de las piernas doradas del general.

Pensaba que solo eran jóvenes testarudos que solo deseaban morir de una forma estúpida, pero cuando vio esa defensa por un amigo a quien solo tenían meses de conocer, le pareció digno de admirar, digno de considerar, para un futuro sepelio como verdaderos héroes, ¿O es que él era el villano? Ya no importaba, solo seguía su camino hacia el hombre que le demostró lo fuerte que puede ser alguien herido en el corazón.

Cuando el general cruzó la Vía Expresa, pudo ver como se acercaba una chica delgada, con el cabello largo y sucio, portando una espada japonesa muy afilada apuntando hacia su cuerpo, se llamaba Kim, pensaba el general. Esa niña todavía no demostraba su potencial como descendiente de un inca, pero le gustaba el valor que le proporcionaba luchar con total desventaja. Ella herida, con venas abiertas y cortes profundos en su cuerpo que quedarían como cicatrices permanentes, frente a un general sin su brazo derecho, mal herido y sin algún plan para salir libre de eso.

El general la observó detenidamente por unos cuantos minutos, mientras trataba de escuchar su respuesta final…

  • -       Dime Kim ¿Por qué luchas?
  • -       Porque… soy la única que puede hacerlo en estos momentos, mis amigos no tienen poderes, y mis amigos Soulos están mal heridos, si puedo hacer algo para detenerte, lo haré… aparte, tú fuiste quien lastimó y controló desde el principio a Milagros
  • -       Vaya… que digno de alguien descendiente de japoneses, pero… ¿Por qué los ayudas? Ni siquiera debería importarte este país, debería darte igual, pensaba apoyar a la extranjería a invertir en el nuevo Perú… nunca controlé a Milagros, sus padres me entregaron su poder, yo solo la acepté como una joven promesa, también pudiste ser parte de eso…
  • -       Me importa un bledo… porque… ya no soy una japonesa plena, ni tampoco una peruana completa, soy la mitad de ambos, y mientras tenga familia, amigos, y un sueño a vivir, eso no importará, solo importará… que quiera protegerlos y amarlos, como diría Jerouu, de quien… me he… ¡Me gusta! Y cuando acabemos esta batalla, ¡Le pediré para salir juntos! – se dirigió a atacarlo
  • -       Como quieras, lástima que no seas de utilidad… estúpida niña engreída

El general detuvo con su mano el ataque de la tachi, aunque sangraba por el filo del arma, eso no contuvo su ataque por la espalda, dejando fuera de combate a Kim en cuestión de segundos, admiraba su deseo de luchar, pero le faltaba entrenamiento y experiencia… sin duda, si el general lograba vivir, le enseñaría como su pupila personal.

Ingresó al Estadio Nacional, donde las pocas personas se juntaron para observar el ataque final de ambos competidores, gladiadores, luchadores a toda honra, o, mejor dicho, a todo dar. Los pocos se convirtieron en cientos, y los cientos, en miles que llenaron el estadio por completo, el general recibiendo insultos de todo tipo, pero silenciados por una fuerte energía en todo el campo, la energía proveniente del mal Ium usado para la guerra.

Se paró frente a un Jerouu caído en los escombros del estadio, lo pateó hacia el otro lado de la cancha, chocando con el arco rival, muy mal herido, su transformación se deshizo dejando solo su cuerpo hecho trizas al descubierto, las pocas cámaras que captaban el escenario, lograron grabar todo el combate en vivo, transmitiéndolo a todo el mundo por el espacio virtual. Jerouu, apenas se pudo levantar para contemplar el estadio lleno, y escuchar por breves segundos, lo que parecía ser los gritos de la multitud pidiendo que siguiese combatiendo…

  • -       Lo siento… lo siento Kaytlin… prometí protegerte hasta el final el primer día que nos conocimos, pero… solo acabé peleando contigo y abandonándote cuando nunca pude explicarle las cosas claramente… ¡Lo siento! – las lágrimas de Jerouu caían en el suelo verde, un aire puro, tranquilo… suave
  • -       ¡Nunca te lo perdonaré si me fallas ahora! ¡Confío en ti totalmente! ¡No me muestres tu debilidad! ¡Quiero ver al Jerouu tan feliz que siempre he querido, y he amado de verdad! ¡Todos estamos aquí para apoyarte! ¡No lo hagas por mí! ¡Hazlo por ellos!

Pudo ver entre visiones, su familia disfrutando las vacaciones en la playa, con sus abuelos disfrutando del mar sentados en la arena, de su familia sonriendo, de sus amigos construyendo castillos de arena para luego lanzarse al agua… pudo ver como sus amigos se dirigían hacia él y le animaban a jugar con ellos. Siempre disfrutó su soledad y creyó que era una especie de castigo impuesto por alguien superior, cosa que no resultó ser cierta.

Cuando se enteró de sus poderes, se sintió tan feliz de ser especial, sin embargo, comprendió con el entrenamiento en el recinto de los incas, que ya era especial desde antes. Logró hacer amigos fuertes en todo lugar, pudo proteger a un niño de ser abusado físicamente, defendió a una amiga de malhechores, pudo estar con sus familiares cuando sus padres fallecieron en el accidente, todo, absolutamente todo, pertenecía a la parte especial que no quería ver.

Ahora lo podía entender, nunca estuvo solo, nunca estuvo solo, siempre lo rodearon sus amigos y la gran familia que había hecho con los Soulos y sus maestros. Ahora podía entender el significado verdadero de su entrenamiento, no era para volverlo fuerte y poderoso, eso ya lo era el general, sino, para que comprendiese lo débil que era, y lo que podía hacer para volverse fuerte y ayudar a quienes lo ayudaron alguna vez. Volverse la leyenda del regreso del inca, contada por generaciones desde la caída del Tahuantinsuyo.

Se levantó… retrocedió un pie y avanzo el otro, separó ambos brazos… los juntó con los puños cerrados… se agachó un poco… y mirando a su enemigo le dijo claramente…


  • -       ¡Esto… es por el amor de todos! ¡Esto es por mi propia debilidad! ¡Nunca lograrás detener la revolución de los jóvenes! ¡Somos lo que Dios quiso que fuésemos, libres! ¡Esto es… mi Millenkium!

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