No se pueden cambiar las verdades, pero
si modificarlas a la realidad
Sábado 29 de noviembre, o eso creo, ahora solo me preocupa comprender
las teorías de Berlo y Mattelart, dos grandes científicos comunicadores del
siglo XX, y aun no puedo comprender lo que realmente quieren explicar en sus
libros, ¡que frustración y aburrimiento! Las nueve de la noche y no salgo a
ningún lado ¿Qué clase de joven no sale a discotecas a divertirse y jaranearse?,
solo yo, lamentablemente, que antisocial que soy.
La tarde la pase conversando con Sylvana, y ahora que se unió a mi
proyecto de héroes callejeros, como primera gran misión nuestra, le pedí que
estuviese afuera del Megaplaza a las once de la noche hoy mismo, aun no tengo
idea del porque ese lugar, pero es probable que no pase nada salvo un robo de
celular y eso, bueno, es para demostrarle también que no solo somos chicos que
publican por bookface y listo, llame a Luis para que también nos acompañara, y
dijo que si, y justo en ese momento tenía una fiesta que se había cancelado
pero no le había dicho nada a su madre, aunque de todas formas me confeso que
no le gustan las fiestas e igual no iría ¡qué buena suerte!
Pero al intentar llamar a Alexina, no hubo respuesta a su celular,
quizás estuviese trabajando o bailando en alguna discoteca para pasar el rato,
no la critico, pero bueno, la primera misión grupal y no esta ella.
Les dije que fueran con capucha o usando un gorro o algo que tapase sus
rostros totalmente, que los “marcas” a quienes supuestamente atacaríamos no
supiesen nuestras identidades, menos la misma policía, si en el caso nos
atraparan junto a ellos. Los marcas se les conoce como bandas criminales
expertos en plagios de gente importante y pedir cupos de extorsión a
constructoras civiles, ¡ellos serían los primeros en pagar!
Primero Sylvana me critico por la forma de actuar, sin armas, sin
preparamiento, ni nada, pero le respondí que yo llevaría como defensa un
cuchillo grande de cocina, cuetes de navidad y, no sé porque, el bastón que me
dio ese vagabundo, algo me decía que era importante y me salvaría el pellejo
esa noche, una rara intuición que, debido a muchos libros de acción que leo,
hice caso al cien por ciento.
A ella le dije que llevara su guitarra, y que estuviese lo más enojada
posible, al hacer eso, utilizaba su don y con eso los marcas se sorprenderían y
pedirían perdón tirados al piso. Luis no necesitaba armas, solo defensa, pues
sus puños y musculatura de fisicoculturista eran bastante para darles una buena
tunda a los pequeños del grupo de criminales.
Con estos argumentos, tuvieron miedo al principio, pero fue Sylvana la
primera es dar un paso adelante con un insulto motivador:
“¡HOY ESOS HIJOS DE
PUTA SABRAN EL DOLOR DE SER LA VICTIMA DE NOSOTROS, LOS SOULOS!”
Con esos ánimos, nos dispusimos a descansar el resto del día para a las
once de la noche, plantear nuestro pequeño y arriesgado plan y dar el gran
salto, tan peligroso que ni los policías con sus agentes especializados podrían
hacerlo con años de anticipación y estudios de no sé qué.
Al salir de mi casa, mis padres que ya habían regresado de sus
vacaciones por Huaraz y se encontraban descansando, mi abuelo se fue a su casa junto
a mi abuela. Fue el momento perfecto para tener miedo y a la vez adrenalina de,
cambiar el mundo donde vivimos.
Con una capucha negra y una bufanda de colores rojo y negro me tape toda
la boca, fui en un micro hasta el Megaplaza, se supone que habría excesiva
gente yendo un sábado al centro comercial, sin embargo, milagrosamente ni
siquiera las madres corriendo desesperadas por un polo para sus hijos se les
veía alrededor. En el camino, los cuatro o tres pasajeros dentro del micro me
veían como si fuese un estudiante, mas no como un maleante, eso fue una buena
señal, la señal que debía continuar, dar la pinta de buen chico en lugar del
choro común, siempre es bueno.
El centro comercial “Megaplaza” está ubicado al frente de la
panamericana norte, pasando otro gran centro comercial, pero este lugar se ha
convertido en el nuevo emporio rico de la zona norte, ¡es tremendamente
gigante! A eso de las once y medianoche, salen de trabajar los dueños de las
tiendas dentro del centro, sujetos perfectos para ser plagiados en cualquier
momento de la noche y cobrar una jugosa recompensa por al menos un dedo de
ellos.
El punto de encuentro fue el paradero del frente del centro, al llegar,
ellos ya estaban sentados esperándome, no sé cómo se sentían ni tampoco si
estaban felices o tristes o incluso asustados, pero sí que deben de tener
miedo, demasiado miedo.
- ¿y bien
Jerouu?, ¿ahora qué? - preguntaba nerviosa
Sylvana, ahora vestida con un traje ceñido al cuerpo y sus botas negras, muy
pintada
- ¿No me
digas que tienes miedo?, relájate, solo debemos esperar algún movimiento
sospechoso e ir por ellos – respondí con
paciencia y sin dejar de verla al rostro
- ¿miedo
yo?, hahaha, ¡que estupidez! - no podía
ocultar muy bien su miedo
- Yo… realmente
no sé cómo actuar Jerouu - respondió Luis
ante el temor de atacar a alguien armado y salir gravemente herido o muerto
- ¡Cállense
los dos y miren! – nos gritó Sylvana
luego de ver, de que de una camioneta descendían seis sujetos vestidos
sospechosamente
- Serán acaso
criminales, ¿o gente de limpieza? – pregunte
incrédulo ante la misión, nuestra primera misión como grupo
- ¿Limpieza?
¿En serio?, ¡son malditos marcas! Ladrones, ¡secuestradores!
- No lo sé,
tengo mucho miedo, amigos… - afirmo tristemente
nuevamente Luis
- El miedo es
solo una palabra, tu eres más que eso Luis, ahora, yo iré por la derecha, y tú
por la izquierda, Jerouu, tú los seguirás desde atrás, ingresaras por la parte
de atrás, así los atraparemos, y caerán como ratas – esas fueron las instrucciones de Sylvana, la nueva “jefa”
- ¡Hey! ¿Quién
te nombro jefa? – dije sorprendido y algo
molesto pero divertido
- ¡Nadie,
pero vamos ya!, antes que nuestros padres se den cuenta de que no estemos, ¡vamos!
Cuando bajaron del auto misterioso los seis tipos vestidos de negros,
tenían entre sus manos lo que parecía ser varias armas muy grandes, como si
fueses… ¡escopetas!, ingresaron rompiendo el candado del centro comercial con
suma facilidad. Bajaron del auto y colocaron alrededor de las rejas principales
del centro comercial señas de construcción, para despistar, hasta un cono de
construcción civil y evitar levantar sospechas, parecer que trabajaban
arreglando la pista, incluso tenían los chalecos de la municipalidad de Lima. Dos
se vistieron como trabajadores de la municipalidad, los otros cuatro ingresaron
al centro comercial, entre ellos, lanzaron granadas de humo, pero no cualquier
granada de humo, era humo que no se veía a simple vista, pero por alguna razón,
quienes se adentraban en el polvo de humo sin las máscaras especiales de esos
ladrones, quedaba ciegos totalmente, como si fuese gas de pimienta o algo así,
pude ver como noqueaban fácilmente a los guardias de seguridad, pero sin
matarlos, mientras mi misión aún seguía en pie, me dirigía a la parte posterior
del centro.
Ahora el problema era como ingresar, no puedo saltar tan alto, pensé por
unos segundos, ¡pero no puedo tardarme!, mis amigos ya han ingresado en medio
del humo rodeándolo, tapándose ojos y nariz y cruzando a ciegas todo el campo
hasta ingresar realmente al centro, y yo como sonso estoy afuera, al menos no
hay nadie alrededor… cosa que es extraño, pero en fin.
El tiempo se acaba, saco el bastón de madera que me dio ese vagabundo, y
lo golpee contra la reja con mucha fuerza, en eso se me ocurre una idea mejor, ¡la
usare como posta para saltar la cerca eléctrica!
Retrocedo unos cuantos metros hasta la otra vereda, me coloco al otro
lado de la acera, y corro con toda prisa sosteniendo el bastón como si fuese
saltador de posta olímpica, justo la encajo en un agujero de la pista y me
elevo con ello. A unos centímetros de lograrlo, ¡pero parece que me caigo!, y
es donde estornudo de repente, fue un estornudo tan fuerte que me da ese
impulso faltante al momento del salto, logrando mi objetivo, ingresar al centro
comercial ¿Qué rayos fue eso? No tengo tiempo que perder, luego veré que paso
en ese estornudo “gigante” ahora debo terminar la misión de la supuesta jefa,
otro asunto que arreglare más tarde con ella, si logramos salir con vida.
Cruzo las tiendas posteriores y la central de los ómnibus
interprovinciales, al seguir corriendo, me detengo y me escondo detrás del
ascensor, cuando veo a los cuatro ladrones abriendo todas las tiendas. ¡Estos
tipos tenían todo planeado!, y no parecen ser cualquiera de esos tipo de
criminales corrientes, estos son profesionales, putos profesionales. Veo de
lejos, en el segundo piso, a Sylvana con sus guitarra en posición de atacar
como la última vez ¡mierda!, ¡olvidamos la señal para actuar! Aunque nunca hubo
una señal para atacar, esto se va a la mierda bueno, ahora depende de cada uno,
carajo, no veo a Luis por ningún lado.
Mientras trato de verlo, me escabullo por los asientos del gran patio de
comidas sin llamar la atención. Al moverme, veo a dos ladrones profesionales
acercándose, pensé que me habían visto y venían a matarme, pero, solo se
sentaron un rato a hablar, yo estaba detrás de algunos asientos, milagrosamente
nunca voltearon hacia atrás, claro, quien lo haría en un centro comercial
cerrado y a la medianoche.
- Ladrón líder: Ya robamos en Saga y en dos restaurantes
- Segundo ladrón: pero… ¿Qué hay de lo demás jefe?
- Líder ladrón: Olvídalo, ya fue pe carajo, somos la gran
cagada y nos envían a esta mierda
- Segundo: si, pero, ya terminemos esto jefe, tengo un hambre tamare…
- No me digas que tienes miedo, no hay nadie aquí, no seas marica y ya
robemos
- ¡PRIMERO TENDRAS
QUE MATARME HIJOS DE PUTAS! – grito una chica con un pantalón bien ceñido al
cuerpo y cabellera larga negra
¡Maldita sea!, ¡es Sylvana! ¡Este es su puto plan! y les está gritando
como si fuesen cualquier cosa, adiós al plan sorpresa, adiós quizás, a nuestras
vidas, ¡carajo es hora actuar!
- Ella no está sola, ya
somos dos contra seis putos– me levante
de mi escondite, ambos ladrones se apartaron y sacaron sus pistolas, y
nosotros, solo mirando y esperando un momento para atacar… o para huir