-
Su nombre ahora es Sablefé, en
honor a mi esposa fallecida y la esperanza global; ustedes probarán su poder.
Detesto a quienes consideran que lo mejor son las palabras, cuando la mejor
medicina para un mundo tan lleno de mierda... es una voluntad de hierro y mi
poder absoluto
- - ¿Voluntad de hierro y tu poder absoluto? Déjame adivinar, un general de la legión – me levanté con dificultad limpiando la suciedad y la cámara que me golpeó la cabeza - ¿Quién eres?
- - No te interesa pulpin, pronto morirás, no hay necesidad de explicar de demás– levantó su sable en dirección a mi posición
- - Adiós
- - ¡Espera…!
Sin
decir muchas palabras, creo que ese era su estilo, se dirigió con una velocidad
jamás vista, desenvainó su sable, y segundos antes de cortarme la cabeza,
apareció el mismísimo Faulquo para bloquear su ataque con su pequeño arco de
metal, obligándolo a retroceder e intentar un nuevo atraque, a lo que se
preparó nuestro aliado con determinación y sin vacilación, con una mirada igual
de fría al del tipo de la legión, ambos chocaron nuevamente sus armas y una
onda de aire se alzó sobre nosotros, como si dos meteoritos chocaran… ¡estos
tipos eran increíbles!
Otro
impacto entre ambas armas causó una fuerte onda expansiva pequeña de aire, pero
nuestro aliado levantó su pierna para golpearlo en las costillas, a lo que se
defendió el enemigo con sus brazos, pero no evitó ser golpeado por el otro lado
con la misma fuerza de la pierna izquierda, logrando un giro de 180 grados para
lastimarlo.
Y
sin acabar el espectáculo, se sacó su arma de metal lanzadora de flechas y lo
golpeó en el rostro, derrumbándolo, sin embargo, antes de caer lo cogió de la
cabeza y lo lanzó hacia donde se encontraba Milagros, él se resistió a caer y
frenó su caída intempestiva con sus dedos, ahora estaba sangrando, sangre que
brotaba por sus fauces nasales y parpados, el tipo estaba preparado para
enfrentar a la inexperiencia, lamentablemente, Faulquo no era de esa forma.
Sin
pensarlo dos veces, al momento exacto de parpadear, el aliado se encontraba
debajo de su mirada inexpresiva, y con un certero cabezazo en colocación
ascendente, logró lastimarlo y romperle algunos dientes, ¿su cabeza era de
metal o qué? Todavía no acababa el espectáculo, recio a perder la batalla a
donde acudió a petición de su compañera, logró darle un puñetazo en el rostro a
nuestro aliado, solo para utilizar su camisa como distracción y retroceder,
algo mayor tramaba.
Se
alejó, limpiándose el rostro con su brazo izquierdo, mismo que levantó con su
sable al cielo, el sable comenzaba a brillar de manera extraña, y con un grito
directo lanzó un potente rayo con forma circular hacia el aliado; sorprendido
por repentino ataque, cogió raudamente su arco, sin colocárselo adecuadamente
en el brazo para atacar, decidió disparar sin más hacia ese brilloso ataque,
impactando con una fuerte explosión que solo causó un hueco grande debajo de
nosotros.
La
explosión dejó la imposibilidad de seguir viendo lo que pasaba, no obstante, un
choque de metales entre sí pudo ser mejor para nuestra visión, seguían
combatiendo con firmeza, pero… era el momento de actuar de nuestro amigo.
Preparó su flecha y la lanzó contra el suelo, arrojando miles de pedacitos
destellantes de escarcha, cegándolo al enemigo por unos segundos, los segundos
necesarios para lograr impactarlo con una flecha explosiva
- - Adiós
Salió
disparado hacia el muro que quedaba de pie en la facultad, en el comedor,
destruyendo el área de computación, mejor dicho, de donde se sacaban copias y
se hacían trabajos al último momento, ya no quedaba ese lugar, solo un tipejo
herido gravemente y apenas con ganas de seguir viendo.
- - Terminó este duelo, todos regresemos a donde debamos de ir, ustedes igual, legionarios
- - Tiene razón, debemos retirarnos, ya hemos causado mucho daño – dijo Faulquo cubriéndose las heridas en ambos brazos que había causado el impacto en los servicios higiénicos
- - Pero… pero… ya estamos ganando – hablo Diego temblando de miedo ante tal semejante poder de su “aliado”
- - Solo lo noquee por unos minutos, ese sable pudo haberme matado – decía Faulquo mientras ocultaba su arco pequeño – si causamos alboroto peor lo de que ha pasado ahora, todo estará peor, ahora ellos son los nuevos policías, no podemos hacer nada
- - ¿Cómo?
- - Ya han tomado palacio de gobierno, el presidente ahora es seguidor de la legión, quizás lo fue todo el tiempo, pero ya no tiene los poderes políticos y económicos para gobernar, desde ahora… Alexander María Carpio Martínez es el nuevo autoritario líder de nuestro país, y su partido “La legión del Cóndor”
- - ¿Eh?... ¡no! ¡No puede ser! – decía con desesperación – se supone que los Soulos llegarían…
- - No tenemos noticias sobre ellos, absolutamente nada… tenemos que retirarnos ahora
- - Es cierto, hahaha – apareció de entre los escombros Noelia de América, con su cabello cubierto de tierra y un ojo morado – ya ganamos, ahora muéranse imbéciles, ya ganamos ¿sabes lo que significa? ¡que gobernaremos como debió de hacerse hace tiempo! ¡Seremos los portadores de paz y poder en el mundo!
- - Ya basta Noelia, encuentra a Héctor, llama a las patrullas y que vengan a recogernos, también que se lleven a Luciano a un hospital… luego arreglaremos cuentas con ustedes, pero tiene razón, aunque odio admitirlo, nosotros, hemos ganado la guerra
- - Mierda… ¡Mierda!
- - No te preocupes – vociferó con calma Faulquo – que no sepamos nada de ellos, no significa que estén muertos o perdidos, quizás todavía les falta entrenar un poco más, ya se acerca navidad, mejor dicho, ya es la semana de navidad, un milagro siempre aparece en estas fechas…
- - ¿Un milagro?
- - Si Diego, los milagros existen, y en esta época del año es bueno creer en eso. Creer que todo es posible sabiendo que la realidad está perdida, nunca estará demás en creer en los milagros, porque es en eso que la gente sigue avanzado. No los venceremos ahora, pero no duden, que los Soulos y los Héroes debajo del puente se unirán y liberarán a este hermoso país de sus tiranías
- - … por supuesto – la mirada sin expresión de Milagros ocultaba algo, algo… muy malo
Y
fue de esa forma, la batalla en Miraflores, la lucha en palacio de gobierno, la
toma de poder en el canal de televisión, y los diversos ataques a las
comisarías de todo el Perú, sumaba toda una ola de represión jamás vista, donde
los protocolos de la ONU o cualquier institución de índole gubernamental no
podían asumir ningún interés especifico, todo parecía acabado; nunca ocurrió un
golpe de estado, no fueron militares ni terroristas, solo un grupo de valerosos
policías que proclamaban una mejor forma de vida.
Las
calles fueron cerradas para patrullar todo el día en busca de posibles
criminales, violadores, secuestradores, marcas, barristas, fumones, de todo
tipo de personas buscaban y se las llevaban a la DIRINCRI, donde supuestamente
salían recuperados con ganas de ayudar a la gente sin volver a lastimar, se
volvió, literalmente, un centro de lavado de cerebros.
Los
acuerdos y pactos con la iglesia sobre matar a todo delincuente o asesino en
menos de 24 horas se cumplió, ya no existían cadenas perpetuas, tampoco
prisiones, todo era o lavado de cerebro, o a la pena de muerte. Las protestas
no se hicieron esperar, las personas salieron a las calles a protestar contra
esto y nuevos impedimentos en la libertad de expresión, lamentablemente, todo
acto en contra del nuevo gobierno de las sombras, era reprendido con cárceles y
torturas tan salvajes que ni Dios toleraría ver.
La
isla San Lorenzo recobró su antigua vida, funcionó y de manera tan contundente,
que su inauguración fue con globos, pasteles, con gente muriendo electrocutada
o ahogada. Los policías y los militares se aliaron en un pacto de conveniencia,
donde los policías recibían entrenamiento militar, uso de armas poderosas,
manejar tanques y aviones, siempre con el visto bueno del gobierno. Con la
excusa de que la delincuencia había alcanzado altos índices de mal y necesitaba
exterminarse.
La
decisión sobre la pena de muerte dividió al país en dos, con el apoyo de la
iglesia, y toma de estas por parte del gobierno con los argumentos de que eran
centros de adoctrinamiento contra el estado, se procedió a completar el cuarto
paso del plan “Vox Populi”. Todo se iba al carajo con rumbo fijo a la mierda, y
un desvío por la desesperanza, las personas tenían pánico, pero también
felicidad, veían una ciudad sin delincuentes, sin gente robando carteras o en
los micros, incluso los limosneros fueron llevados a la DIRINCRI.
Era
una ciudad perfecta, una Lima sin errores de gente inescrupulosa, sin gente que
robaba, mataba, asesinaba o violaba, pero… ¿tal paraíso era posible en una
verdad tan amarga como lo era? Por supuesto que no, alguien debió pagar el
precio de la felicidad perpetua, eso mismo, los asentamientos humanos, todos
sin excepción, fueron incendiados, y la gente que residía en ellas, obligadas a
pasar revisión y conseguir otro lugar donde vivir, dentro de la ciudad, pero no
fuera. Ese era el terrible pago de conseguir sonrisas y un país sin maldad.
Las
cosas no iban ni bien ni mal, todo era controlado, absolutamente premeditado y
esperado, nada se le escapaba al nuevo gobierno, las personas creían ver y vivir
una realidad tan pluriculturista jamás vista, pero la cosa, ya no era
discriminación con los cholos o negros, sino, contra la pobreza, si eras pobre,
eras erradicado, sino, eras aplaudido, ¿tan cierto y feliz? Si, esa era la
triste soledad de la verdad.
Las
calles cerradas, discotecas tomadas por borrachos y putas esperando una
respuesta del gobierno ante sus demandas, que cayeron en forma de balas, el uso
de las protestas para intentar reclamar el liberalismo que tanto reclamaron.
Los medios de comunicación dan libertad a todo quien ofreciese contenido
nacionalista, siempre motivando al peruano a pelear por lo suyo, no de forma
literal, sino, de tomar las armas y declarar la guerra a cualquiera que violara
tus derechos.
La
república de Chile le preocupo este hecho, sobre los supuestos nuevos amos del
Perú, para adelantárseles, enviaban diariamente espías para tratar de conseguir
información, siempre aniquilados por seres “extraños”, no lograron obtener
clara información sobre lo que estaba a punto de suceder, hasta que uno de
ellos logró regresar apenas con la boca abierta, soltando las temibles palabras
de un fiero… llano en llamas.
- - Guerra general… ellos querían guerra, y la obtuvieron
Ya
no se especulaba, las relaciones se volvieron tensas y esperaron lo peor, la
prensa chilena soltó los primeros dardos contra la pobre sociedad que solo
quería vivir en paz, una supuesta guerra se les vendría encima, pero ellos no
temerían, si fuese que los negocios que ellos controlaban, ahora le pertenecían
al estado peruano. Las relaciones políticas se volvieron casi cenizas, al punto
de que la intervención militar de la ONU era ya necesario, el fantasma de los
mares rondaba en la atmosfera, lamentablemente… nunca fue para bien.
Con
todos los frentes esperando una posible catástrofe, los legionarios se
limitaban a observar detenidamente lo que acontecía en las ciudades peruanas,
los levantamientos eran mínimos, y todo era lo mejor posible, para que los
ciudadanos no tuviesen miedo de su futuro gobierno, nada los detendría, nada
los pararía, la tiranía oculta de democracia se esparcía por todas las
regiones, ya nada estaba claro, todo… era cuestión de tiempo.
La
peor navidad, la navidad perfecta donde siempre existía el temor de que
ocurriese un horrible acontecimiento en Mesa Redonda, no sucedió este año, no
gracias a un buen plan de contención, sino, por la clausura total del gran
mercado, las calles vacías, semáforos señalando al aire; la calma era una
tenebrosa sombra de las futuras rebeliones que se aproximaban, la peor navidad
de mi vida, una navidad de tumbas. Este 24 fue llamado, “La noche del peruano
ejemplar”, nadie celebraba, todos temían… excepto uno.
- - Tal parece que las cosas andan mal en la capital
- - Claro…
- - Ya has visto las noticias en la pobre señal que tenemos, lo lamento estudiante
- - No se preocupe maestro, ya entiendo la situación con tal solo sentirla
- - ¿Sentirla?
- - Es como si fuese… una especie de sensación lejana, donde puedo sentir el temor de las personas y la arrogancia de quienes la gobiernan. Debo de volver maestro…
- - Entiendo, pero…
- - No acataré sus órdenes, maestro, con todo el respeto que usted merece, es mi ciudad la que está a punto de ser destruida, debo volver y arreglar las cosas de una vez
- - Ya veo…
- - El regreso ha surgido, y ¡mi espíritu desea volver a sentir la furia de la batalla! ¿puede llamar a mis amigos por favor? – apretó su puño y se colocó el poncho color marrón oscuro obsequiado por alguien muy cercano al joven maestro
- - ¿Y qué les diré? – preguntó el desconocido maestro
- - Que Jerouu Ayaucán los necesita, es hora de regresar y acabar con todo esto… ¡Por el fin del miedo!
0 comentarios:
Publicar un comentario