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sábado, 9 de agosto de 2014

"Creer en un futuro mejor y de esperanza ¿es una idea idiota? Si fuese así, sería entonces el más idiota del planeta por pensar en eso, estoy orgulloso".




Sentí que mi corazón se aceleraba segundo a segundo, siento como el aliento se va del alma, como si me fuera a dar un infarto, con un tremendo miedo fuera de lo común, me acerqué a una casa aledaña a la avenida y me agache detrás de un muro pequeño que era adecuado para la batalla de la velada, justo de color negro, vi de reojo como esos sujetos se vacilaban sin saber lo que les pasaría, uno vestía de colores vistosos, otro con short y el último, el más bajo de ellos, con un gorro con su nombre escrito en letras metálicas… Sin palabras para describir tales aberraciones de la sociedad.

Mire al suelo por un momento, suspire un momento y respire hondo, luego observé el cielo nocturno, ni una sola nube ni estrellas, solo la luna tan bella y grande iluminando nada en absoluto pensé, seguí respirando hondo, agarré una piedra mediana que encontré en suelo, apunté primero, luego mire fijamente al sujeto que le iba a caer la piedra, al más chato. Lo sujete bien, y lance la piedra con toda mi ira, no para dejarlo herido, sino para noquearlo de una vez o al menos causarle una herida, nunca para matarlo, ese era mi pensamiento, lanzar con todas mis fuerzas. Pensando que así, los robos, asesinatos que hubiera cometido, seria por fin saldado a nombre de toda la nación.

La mediana roca, con una velocidad proyectada desde mi mano, le impactó en el cuello, precisamente en la garganta creando una reacción en cadena entre sus cómplices, el chato cayó hacia atrás, se sujetó de sus dos amigos para no caerse, pero le soltaron e instantáneamente se voltearon y para preguntarse en sus rostros que mierda ha sucedido. No sabían quién lo había atacado y ellos no querían ser los próximos blancos, entonces, lleno de valor y coraje, me paré y miré directo a los ojos de esos tipos; todo este tiempo que estuve golpeando paredes, muros, y saltando desde escaleras con cinco peldaños para arriba, daría sus frutos y no volvería a ser llamado loco.

Me prepare para pelear frente a ellos, me coloqué en posición con el pie derecho primero, una posición como los tipos que practican box, utilizaría mi conocimiento sobre artes marciales, pero existe un pequeño detalle el cual es, que yo no sé nada de arte marciales, a lo máximo he visto animes de pelea y eso es mucho. Sin mordimiento alguno golpeé a uno en la cara, su amigo el alto me sujetó del cuello por la polera, al no poder levantar mis puños y viéndolo desde un ángulo ascendente, le metí un cabezazo hacia adelante, provocando derramamiento de sangre en sus fosas nasales. El tipo retrocedió unos pasos, gritando de dolor y maldiciendo a cualquier cosa y recuerdo que buscara en su mente para sanar ese dolor, me sobé un poco del cabezazo, pero aún no acababa, es muy pronto para acabar.
Le di una buena patada en el estómago al otro tipo y este cayó en el piso pavimentado, acongojándose de dolor y repudio por el tipo que lo acaba de golpear, escupiendo sangre en el trayecto al suelo. El otro sujeto a quien le cayó la piedra  se fue corriendo del lugar, creyendo que era una especie de ladrón de otra pandilla, craso error.

En ese preciso momento escuché las primeras sirenas de la policía y los serenos del vecindario, algún vecino quizás vio todo esto o escucho gritos raros y llamó a los serenos del distrito, carajo sino me largaba de esta escena, es muy probable que acabara en un penal.

No puedo quedarme aquí, tendría que explicar la tontería de combatir la justicia por mis propias manos, y el porqué de golpear a estos tipos sin amenaza alguna comenzando con el lanzamiento de la piedra, me acusarían a mí de empezar todo esto. Sin pensar claramente, di media vuelta y... ¡zas!, el sujeto a quien le cayó la piedra regreso,  y en los momentos en que reflexionaba que debería de hacer ahora, me dio un golpe certero en la cara, un golpe noqueador que me dejo aturdido unos segundos, logrando que la capucha bajara y yo también rumbo al piso; de lejos se oía que se aproximaba los serenos, no supe que hacer, solo pensaba en dolor, mierda, no fue tan buen plan como lo suponía.

"Con que este es un golpe real, maldición, sí que duele, pero, no me detendré por una estupidez como esa, no tengo opción, por esta noche tendré que huir".

Tirado en la pista y a punto de terminar muerto ante este individuo enano, pude encontrar un palo de madera, el tipo se disponía a darme un fuerte golpe con su pie en el estómago, cuando logré esquivar ese golpe, tome el palo color marrón oscuro del suelo y se lo arrojé en la nuca, hiriéndolo y logrando una herida junto con un  sangrado en su cabeza por esa misma herida, uno pequeño... ¡realmente es sangre!..., me desesperé y salí huyendo ahora si rumbo a mi casa.

"¿Qué clase de héroe huye? ¿Y tiene miedo de ver sangre? No puedo creerlo, pero he cruzado esa barrera de la sociedad, no soy más un tipo común, no volveré a ser el mismo, hoy.... ¡soy alguien más experimentado! Hacer algo que nadie lo haría, ya es algo, pero aún sigues siendo un mero cobarde".

Esa maldita voz de nuevo, debe de ser mi conciencia. ¿Por qué diría algo como eso? ¿Era mi imaginación? Me detuve unos instantes a unas casas de la mía y gire a mi alrededor, no había nadie, salvo los tres tipos a quienes golpee hace minutos y no me fue tan mal como creí, y  dentro de segundos se levantarían para de seguro, matarme o escapar de la policía, pero, afuera de mi casa, sentado en el piso al lado de la reja hacia mi jardín, un vagabundo se encontraba durmiendo con ¡un olor de basura acumulada por año!

Con su ropa toda desgarrada, una camisa con el nombre de Reynaldo como estampado en color rojo, pelo largo y descuidado totalmente con una larga barba color blanco muy desdeñado, el típico vagabundo limeño. Aparte de él, no había nadie, todo era completo silencio bajo los focos muy apagados de los postes de luz, pero no era el momento exacto de quedarme pensando en quién me dijo eso, si fue el vagabundo o mi conciencia nuevamente. 

Tengo que esconderme rápido, salte por encima del vagabundo e ingresé con demasiado sudor a mi casa, abrí la puerta despacio y finalmente dentro de mi fortaleza llamada hogar, escuche las sirenas alejarse, al parecer, estaban correteando a los malandrines y no creo que los serenos llegaran a la puerta de mi casa a preguntar si había visto algo. Deje mi ropa algo ensangrentada dentro de la canasta para la lavadora y fui cansado a mi cama, sin lavarme ni nada, no puedo creerlo, había creado justicia con mis propias manos y todo lo veía muy confuso, en un día era un simple chico algo distraído y loco, ahora soy el chico encapuchado que salió a golpear a tres choros a la medianoche. ¿Es el comienzo de algo o no?


Y así como la sombras desaparecen al resplandor de los destellos de la luz, amanece otro día, pero no un día cualquiera, un día... en el cual ya no era un hombre ordinario, era.... aun no sé exactamente cómo describirme a partir de ahora. 

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