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domingo, 10 de agosto de 2014

“No recuerdo los hechos, pero si las consecuencias”

Luciano es mi nombre, y venganza mi aliento. El crimen fue cometido, y no sentí nada, absolutamente nada por aquel sujeto llamado “ser humano”. No sentí ánimos ni tampoco culpa, es como si lo hubiese disfrutado pero con un rencor tan grande que solo podía compararse a un baúl lleno de recuerdos dolorosos, y en lo profundo, se halla el cuchillo con sed de sangre.



Mi primer asesinato, no fue este. Este es el primero donde aplico armas de fuego y uso un alias para glorificarme, me dicen “Rojo”.

La muerte viene y va, pero la vida es solo un segundo. La víctima se retorcía, grandes charcos de sangre iluminaban su rostro horrorizado por el deceso.
La policía se acercaba, es momento de irse, la decisión de seguir mi camino. Esto no acabaría aquí, y tampoco en cualquier parte del mundo, menos en Rusia, mi tierra natal. Mientras me alejaba paso a paso por el asfaltado camino hacia mi hogar, las personas corrían a mí alrededor yendo a la escena del crimen, como simples moscas. Tan nauseabundas, tan asquerosas.

Llego a mi casa y me abre la puerta la última persona sobre la tierra quien me ha dirigido unas nobles palabras.
-          ¿Estás bien Luciano?

-          Si Maribel, me encuentro bien, y no abras a nadie la puerta, ¿entendido?

-          Pero, te pasa algo… (Me preguntaba con tanta inocencia)
-          No me pasa nada, ¿ya está la cena servida? (pregunte con algo de indiferencia, para ocultar el crimen que se ve en mis ojos marrones)

-          Está bien, relájate hermano, ya está la cena, me pregunto, ¿por qué has venido tan preocupado esta noche?

- No importa Maribel, todo está como debe de estar, ahora voy a cambiarme y cenar

Entre a mi cuarto en el segundo piso, nuestra casa era grande, pero tan vacía y llena de dolor. Saque el cuchillo de mi bolsillo, aun ensangrentado. Fui al baño, lave mi rostro y fije la mirada en el espejo, lo que vi sería el primer rostro de miedo que contemplaría por el resto de mi vida. Mi ojo derecho estaba totalmente rojo, mi pupila dilatada y un borde oscuro alrededor del otro ojo. Un borde tan negro como mi cabello. Pero antes de cometer el crimen, no había consumido ninguna droga, mucho menos ver televisión todo el puto día, ¿Qué mierda me pasaba?

-          Hermano ¿estás bien? (Mi hermana menor tocaba la puerta del baño)

-          Te dije que no me molestaras, ya bajo a cenar

-          No me dijiste eso, y hay patrullas de policías circulando por las calles… ¿esto tiene algo que ver contigo?

-          No me molestes! Y no abras la puerta a nadie, ¿me oíste? (se notaba ahora si mi enfado, un enfado sin razón)

-          Pero hermano… (Lo dijo con un tono de preocupación)

-          Con un carajo, te dije que no me molestes!, vete a tu cuarto!

-          Está bien, pero nuestra madre, se hubiese molestado por la manera que me contestas

- Ella está muerta y punto

Antes de contestar su última pregunta, algo dentro de mis ojos empezaba a fluir, sangre oscura, sangre color negro, tan espeso como el mar. El espejo reflejaba eso, me aparte un poco, y mirando directamente la puerta, levante mi brazo derecho y la golpee, tan fuerte que destruyo la puerta totalmente. Y sin darme cuenta, en segundos, tenía a mi hermana sujetándola por el cuello, la estaba ahorcando.

-          ¿Qué haces hermano? (vi su rostro de terror, un rostro, que estoy acostumbrado a ver)

-          Te dije que no me molestaras, eres la única persona en quien confío, pero eso no significa que no pueda matarte

La solté, ella me miraba con miedo, una mirada de dolor y total desesperación, corrió a su habitación, sin mirar atrás, sin ver a su hermano mayor que intentó matarla. Cerró la puerta con odio. Regrese al baño a mirarme al espejo. Mi ojo derecho dejo de sangrar, fluidos negros, y el izquierdo regreso a la normalidad. Pero vi en mi mano derecho una especie de niebla blanca, pequeña, que solo rodeaba mi puño. En esa nube blanca sentía odio, ira y total desprecio, ¿Qué demonios me pasaba?

Me eche en la cama y reflexione mis acciones del día, ¿Qué me había pasado?, ¿Qué me sucedía?, casi mato a mi hermana, mi ojo sangra de un color innatural y el otro se teñía de rojo. Quería hablar con Maribel, pero era muy pronto para eso, decidí irme a dormir y fijarme por las ventanas si los patrulleros se habían largado, y efectivamente, se fueron.

No pude dormir, solo recordaba los cinco asesinatos que marcaban mis manos de color rojo. Mis manos que mataron a cuatro sabandijas y masacraron a líder de una banda de secuestradores. Ya era un asesino, un tipo que no es diferente a ellos, pero ahora, hace unas horas, me convertí en un monstruo. No recordaba los nombres de las últimas víctimas. Ni me importaba, pero si recordaba a una, en especial, a ella, a quien mi corazón sintió amor por primera vez, por única vez, verdadero amor. Y ahora la veía en sueños, en pesadillas, y ahora la veo, mientras la acuchillo en el estómago, el nuestra boda. Asesiné a mi esposa.



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