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jueves, 14 de agosto de 2014



“Te amé, te amo y te amaré por el resto de la eternidad”

Una medianoche hermosa, la luna en su punto más brillante, las pocas estrellas que resplandecían y la gris Chiclayo, era realmente bella. Y por supuesto, el cuchillo que atravesaba el corazón de mí amada Raquel.  No daba creencia ni razón alguna a lo que acaba de pasar. Mi esposa, mi bella esposa, recién casados unas dos horas antes, era asesinada por unos sujetos encapuchados, sonriendo y hablando por teléfono… ¿Quiénes eran? ¡¿Quiénes MIERDA ERAN?!

Su sangre brotaba sin cesar de su pecho. Sus lindos senos con su sonrisa oscura que me impactaron desde que salimos por primera vez, manchados de dolor, sufrimiento y una pasión tan espantosa con olor a incomprensión con pizcas de sangre del diluvio. Ella intentaba sonreír, sus últimos esfuerzos por seguir respirando lo aprovechaban levantando su brazo derecho y acariciándome con su suave y angelical mano, me dijo:

  • -       No… temas amor… ya todo terminó - su risa fue manchada por aguas rojizas brotando de su interior
  • -       Pero… Raquel ¡¿Por qué mierda tuvo que suceder?! - mis lágrimas llenaban un profundo porque incomprendido
  • -       Tenía… que ser así… tenía que acabar… de esta manera
  • -       No ¡NO! ¡MALDITA SEA!  maldita humanidad, ¡todos menos tú!, Raquel… ¡no te vayas! ¡NO ME DEJES POR FAVOR!
  • -       No… no culpes a todos, mi dulce amor… no es culpa tuya - intentaba hablar, pero la voz se le cortaba mucho más cada segundo
  • -       ¿Por qué? ¿Por qué SOY TAN DÉBIL? NO TE MUERAS, ERES… EL ÚNICO Y ¡VERDADERO AMOR! QUE SIENTO EN ESTE MUNDO!, TU ME MANTIENES CUERDO!, ME ILUSIONAS CON  TUS PALABRAS!, ERES LO MAS MARAVILLOSO QUE TENGO EN TODO ESTE PUTO MUNDO!, NO TE MUERAS MI CORAZON!, ¡NO ME DEJES SOLO POR FAVOR!
  • -       Eres… tan… lindo… Luciano. Nunca dejes de creer en tus sueños… me hubiese encantando tener pequeños bebes, pero… no pudo ser… lo lamento. Nos vemos… en el… cielo…. Amor - al decir esta preciada palabra para ambos, dejo de respirar, su fin empezaba
  • -       ¡NO, ¡NO, NO!
  • -       Te amé, te amo… y te amaré por siempre

Con estas últimas palabras, cerro sus ojos para siempre, la sujete y la abrace como nunca lo he hecho, ni siquiera a mi propia madre. Mis lágrimas no cesaban, nada justificaba este momento, lo perdí todo ¡Lo perdí todo!

La luna reflejaba mi pena, no me importaba, ella ha muerto, mi hermosa Raquel. Mi bella Raquel, dios, ¿Por qué te dejé ir? ¿Por qué no fui tan fuerte? Mis manos color sangre, la acosté en el piso, podía aun sentir su alma dentro de su frío cuerpo, su cálida mirada nublada por sus parpados, aún reflejaba ternura y esperanza.

Pero, lo que destruyó totalmente mis angustias, es que, antes de irse, sonreía. Ella estaba sonriendo. Cerró sus ojos, se detuvo su corazón, la sangre manchaba el piso a nuestro alrededor, pero su sonrisa no desaparecía. El cuchillo que emanaba olor a muerte, seguía en mi mano izquierda. Lo apunte a mi pecho, directo a donde se alojaba este pobre corazón, destruido y con la desdicha de haber amado y verle desaparecer en segundos. Deseo irme con ella, nada me importaba en este puto planeta, quería irme con ella lo más rápido posible. Irme al cielo y gozar juntos, reír juntos, llorar juntos, amarnos por la eternidad… pero, eso sería imposible. Vivo en un infierno, llamado sociedad humana.

No pude hacerlo, su sonrisa me dijo que no, ella tenía esperanza, de que yo seguiría vivo. Que seguiría el legado de ella, su deseo, “cumplir mis sueños”, vestida de novia, sonriendo y con los ojos sellados, le dije adiós mi amada, hasta siempre mi amor, es posible, que no nos encontremos en el paraíso.

Su risa, sus palabras llenas de sabiduría, era mi mujer perfecta, era vida por donde la viera. Su cuerpo sin esperanza ha caído, y yo he sido culpable de su agonía final. Si me entrego a la policía, sería lo justo, pero si no, será una vida de sufrimiento. No me importaba, ¡A la mierda todo! ¡Ella se fue de este maldito mundo, me alegra en parte, porque así no vera las atrocidades que se aproximan e involucraran a todos sin restar importancia al cargo que uno lleve en esta sociedad de mierda!, ¡Perú de mierda!, ¡Dios vete al carajo!, ¡Me la quitaste! Se salvó del infierno que se desatara en el mundo, en todo el mundo. Yo… no sé.
Sé que murió por culpa de mi cuchillo, pero fue asesinada por esos malditos hijos de puta de las camisas negras. Los buscaré y degollare a cada uno, con sufrimiento y un dolor tan grande que ni el averno será suficiente para ellos.


Fin de los sueños…

Al fin termino la noche, una noche agitada, ensangrentada y repleto de odio. Un amanecer nuevo, una víctima más, mi deber debe de seguir flameando de miedo.

Hoy asesinaré a todos los delincuentes, a todos esos hijos de puta que pueda. Me vestí como es debido, camisa de cuadros negros y blancos, jean negro y zapatillas azules. Mi ojo izquierdo aun repercutía con la sangre de la noche anterior, por ende, seguía rojo. Guardé mis pistolas que conservaba del ejército, y las pulí. Por ser el primer día de la semana, no usare mi rosario, quien me protegía, no era Dios o Jesucristo, tampoco el Diablo, y lo digo en mayúsculas porque creo en el infierno, todo era una vida del cruel destino de la vida. Que la vida siga y yo viva para la vida. Mi rosario, fue lo que Raquel utilizaba al ir a misa cada domingo, muy devota, muy hermosa, muy perfecta, por eso el mundo me la quito, por eso Dios envío por ella a su reino.

Mi esposa reposaba en el cementerio, alrededor de sus familiares, y yo, seguiría el mandato de mi deber sagrado. Hoy soy Luciano, y la muerte, solo es un pedazo de vida que me justifica como persona, como humano, como sufridor de una vida sin sentido.




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