“Te amé, te amo y te amaré por el resto de
la eternidad”
Una
medianoche hermosa, la luna en su punto más brillante, las pocas estrellas que
resplandecían y la gris Chiclayo, era realmente bella. Y por supuesto, el
cuchillo que atravesaba el corazón de mí amada Raquel. No daba creencia ni razón alguna a lo que
acaba de pasar. Mi esposa, mi bella esposa, recién casados unas dos horas
antes, era asesinada por unos sujetos encapuchados, sonriendo y hablando por teléfono…
¿Quiénes eran? ¡¿Quiénes MIERDA ERAN?!
Su
sangre brotaba sin cesar de su pecho. Sus lindos senos con su sonrisa oscura
que me impactaron desde que salimos por primera vez, manchados de dolor,
sufrimiento y una pasión tan espantosa con olor a incomprensión con pizcas de
sangre del diluvio. Ella intentaba sonreír, sus últimos esfuerzos por seguir
respirando lo aprovechaban levantando su brazo derecho y acariciándome con su
suave y angelical mano, me dijo:
- - No… temas amor… ya todo terminó - su risa fue manchada por aguas rojizas brotando de su interior
- - Pero… Raquel ¡¿Por qué mierda tuvo que suceder?! - mis lágrimas llenaban un profundo porque incomprendido
- - Tenía… que ser así… tenía que acabar… de esta manera
- - No ¡NO! ¡MALDITA SEA! maldita humanidad, ¡todos menos tú!, Raquel… ¡no te vayas! ¡NO ME DEJES POR FAVOR!
- - No… no culpes a todos, mi dulce amor… no es culpa tuya - intentaba hablar, pero la voz se le cortaba mucho más cada segundo
- - ¿Por qué? ¿Por qué SOY TAN DÉBIL? NO TE MUERAS, ERES… EL ÚNICO Y ¡VERDADERO AMOR! QUE SIENTO EN ESTE MUNDO!, TU ME MANTIENES CUERDO!, ME ILUSIONAS CON TUS PALABRAS!, ERES LO MAS MARAVILLOSO QUE TENGO EN TODO ESTE PUTO MUNDO!, NO TE MUERAS MI CORAZON!, ¡NO ME DEJES SOLO POR FAVOR!
- - Eres… tan… lindo… Luciano. Nunca dejes de creer en tus sueños… me hubiese encantando tener pequeños bebes, pero… no pudo ser… lo lamento. Nos vemos… en el… cielo…. Amor - al decir esta preciada palabra para ambos, dejo de respirar, su fin empezaba
- - ¡NO, ¡NO, NO!
- - Te amé, te amo… y te amaré por siempre
Con
estas últimas palabras, cerro sus ojos para siempre, la sujete y la abrace como
nunca lo he hecho, ni siquiera a mi propia madre. Mis lágrimas no cesaban, nada
justificaba este momento, lo perdí todo ¡Lo perdí todo!
La
luna reflejaba mi pena, no me importaba, ella ha muerto, mi hermosa Raquel. Mi
bella Raquel, dios, ¿Por qué te dejé ir? ¿Por qué no fui tan fuerte? Mis manos
color sangre, la acosté en el piso, podía aun sentir su alma dentro de su frío
cuerpo, su cálida mirada nublada por sus parpados, aún reflejaba ternura y
esperanza.
Pero,
lo que destruyó totalmente mis angustias, es que, antes de irse, sonreía. Ella
estaba sonriendo. Cerró sus ojos, se detuvo su corazón, la sangre manchaba el
piso a nuestro alrededor, pero su sonrisa no desaparecía. El cuchillo que
emanaba olor a muerte, seguía en mi mano izquierda. Lo apunte a mi pecho,
directo a donde se alojaba este pobre corazón, destruido y con la desdicha de
haber amado y verle desaparecer en segundos. Deseo irme con ella, nada me
importaba en este puto planeta, quería irme con ella lo más rápido posible.
Irme al cielo y gozar juntos, reír juntos, llorar juntos, amarnos por la eternidad…
pero, eso sería imposible. Vivo en un infierno, llamado sociedad humana.
No
pude hacerlo, su sonrisa me dijo que no, ella tenía esperanza, de que yo
seguiría vivo. Que seguiría el legado de ella, su deseo, “cumplir mis sueños”,
vestida de novia, sonriendo y con los ojos sellados, le dije adiós mi amada,
hasta siempre mi amor, es posible, que no nos encontremos en el paraíso.
Su
risa, sus palabras llenas de sabiduría, era mi mujer perfecta, era vida por
donde la viera. Su cuerpo sin esperanza ha caído, y yo he sido culpable de su
agonía final. Si me entrego a la policía, sería lo justo, pero si no, será una
vida de sufrimiento. No me importaba, ¡A la mierda todo! ¡Ella se fue de este
maldito mundo, me alegra en parte, porque así no vera las atrocidades que se
aproximan e involucraran a todos sin restar importancia al cargo que uno lleve
en esta sociedad de mierda!, ¡Perú de mierda!, ¡Dios vete al carajo!, ¡Me la
quitaste! Se salvó del infierno que se desatara en el mundo, en todo el mundo.
Yo… no sé.
Sé que
murió por culpa de mi cuchillo, pero fue asesinada por esos malditos hijos de
puta de las camisas negras. Los buscaré y degollare a cada uno, con sufrimiento
y un dolor tan grande que ni el averno será suficiente para ellos.
Fin
de los sueños…
Al
fin termino la noche, una noche agitada, ensangrentada y repleto de odio. Un
amanecer nuevo, una víctima más, mi deber debe de seguir flameando de miedo.
Hoy
asesinaré a todos los delincuentes, a todos esos hijos de puta que pueda. Me
vestí como es debido, camisa de cuadros negros y blancos, jean negro y
zapatillas azules. Mi ojo izquierdo aun repercutía con la sangre de la noche
anterior, por ende, seguía rojo. Guardé mis pistolas que conservaba del
ejército, y las pulí. Por ser el primer día de la semana, no usare mi rosario,
quien me protegía, no era Dios o Jesucristo, tampoco el Diablo, y lo digo en
mayúsculas porque creo en el infierno, todo era una vida del cruel destino de
la vida. Que la vida siga y yo viva para la vida. Mi rosario, fue lo que Raquel
utilizaba al ir a misa cada domingo, muy devota, muy hermosa, muy perfecta, por
eso el mundo me la quito, por eso Dios envío por ella a su reino.
Mi
esposa reposaba en el cementerio, alrededor de sus familiares, y yo, seguiría
el mandato de mi deber sagrado. Hoy soy Luciano, y la muerte, solo es un pedazo
de vida que me justifica como persona, como humano, como sufridor de una vida
sin sentido.
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