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viernes, 29 de enero de 2016



Ambos legionarios ex amigos se derrumbaron por el agotamiento, se notaba el sudor y la presión que ejercieron al ejecutar tremenda técnica conjunta, unir el fuego y el agua para convertirlo en una explosión de dimensiones impresionantes, fue todo un espectáculo dañino para mi cuerpo, felizmente los había agotado, pero esto aún estaba lejos de acabar.
Cuando caí en el piso de la facultad, debajo del comedor, varios policías dejaron sus puestos de vigilar a los estudiantes y me apuntaron sus rifles hacia la superficie de mis ojos, sin duda apretarían el gatillo para matarme, no habría un héroe que apareciese y me rescatase, no, eso no sucede en la vida real, mejor dicho, nada de esto ya es de la realidad, nada tiene sentido desde que robé la espada.

Fue Héctor quien detuvo la cercana masacre que estaba a punto de desatarse frente a una joven señorita estudiante de comunicaciones, gritó en alto mi nombre y dictó una orden con la cual los policías bajaron sus armas, y retrocedieron a sus puestos, quería luchar. Noelia también se levantó de su interrumpido sueño y se juntó al lado de mi ex amigo… deseaban acabar su misión con todo el cansancio del mundo en sus hombros.

Me levanté al igual que ellos, tenía el brazo quemado por el ataque combinado, parte de mi blusa hecha trizas y pequeños huecos en mi pantalón, pero todavía con el ánimo de seguir luchando, para detenerles como sea. Si deseaban el poder y el gobierno total, entonces chocarían con mis ideales, y eso no me lo permitiría, lucharé con todas mis fuerzas para lograr mí…
  • -       Lo siento Kim, pero no puedo dejar que les hagas más daños a mis compañeros de equipo
  • -       ¿Eh? – apenas pude voltear para saber quién era… y que había hecho, una cuchilla atravesó mi espada, todavía no llegaba al otro extremo, pero la sangre era suficiente evidencia de la herida mortal…
  • -       La legión debe de levantarse, y si es necesario tener que acabar con antiguas amistades, que sea en nombre del beneficio. Lo hago, por el bien de los peruanos Kim…
  • -       Tu… ¡tú!
  • -       Es por buen bien mayor, entiéndeme – sus ojos brillaron, y un extraño símbolo apareció en sus iris

En las afueras de la facultad, en el gran malecón miraflorino, donde las flores, los deportistas, los aspiradores de la imaginación perpetua y todo ser se relacionaba de un modo u otro, dos jóvenes conversaban con un grupo de amigos, una conversación para nada normal y mejor dicho, era del todo raro pero sentimentalista, esos dos jóvenes tenían en su poder, el legado de varios miles de años de sabiduría frente a ellos. Luz y Adrián aparecían para dar gala de su fuerza en unir a los jóvenes peruanos, quienes hacían hora fuera de la facultad antes de regresar a casa.

En palacio de gobierno

Un grupo terrorista ocupó palacio de gobierno gracias a la colaboración de la guardia personal del presidente, llamado los Húsares de Junín, respetados oficiales con uniformes de guerra basados en el antiguo ejército libertador, una tradición de fuerza, pasión y sangre, ahora mancha de traición y muerte. Los terroristas no llegaban a ser que solo diez personas, con su líder comandándolos, habían puesto de rodillas a la familia presidencial, y a todos sus sequitos contra las paredes, los mataron.

El pequeño grupo de la muerte tomó todo palacio a punta de balas y bombas lacrimógenas, tenían todo planeado para este gran ataque, estudiaron cada movimiento de cada persona, cada detalle, cada cuarto, y por supuesto, la agenda personal del presidente. Todo estaba calculado, al entrar solo tuvieron que colocarse en sus respectivos puestos y llamar a la prensa nacional a cubrir este espantoso suceso.
Equipos de periodismo profesional, camionetas de canales de televisión, y fotógrafos ciudadanos y con estudios se colaron a los alrededor de palacio, mientras la policía intentaba retenerlos, rodearon palacio con barandas de no pasar y armas apuntando hacia las ventanas. Los francotiradores llegaron a la hora exacta y tomaron posición en las alturas, observando posibles culpables o sospechosos, la noticia de la toma de palacio hacia recordar a un viejo secuestro ocurrido en el 94, pero ahora la juventud lo veía asombrado y sin saber que decir o hacer.

Todo ocurría dentro de lo establecido, nada se escapaba a los terroristas, sin embargo, su líder máximo se aproximó al balcón presidencial para dirigir unas palabras a toda la audiencia de la capital, unas palabras que jamás olvidarían los ciudadanos limeños, y el mundo entero.

“Queridos peruanos en todos los rincones de este puto planeta, oigan mis oraciones y palabras de bienaventuranzas, pues desde hoy comienza una nueva época de reinado peruano y poderío sudamericano. Uniré a toda latinoamericana para lograr el poder absoluto en todo el mundo. Ya no nos ocultaremos para nada, ya no somos simples ovejas que siguen un camino a la boca del lobo. Somos los soulos, tan únicos y verdaderos portadores de la paz, con nosotros, nuestro gran imperio inca volverá a resurgir y salir adelante ¡Viva el Perú! ¡Viva la el Perú! ¡Viva los soulos!”

Al terminar de decir sus memorables y absurdas palabras, lanzó una granada a una camioneta de prensa, volándola en pedazos y ahuyentando a toda la población reunida en ese punto. Nada se podía hacer, no querían conversar ni llegar a una tregua, solo esperaría unos minutos antes de acabar con quien, según ellos, representaba la índole de toda negligencia, el presidente de la nación, el señor Ollanta Humala, seria asesinada en la tarde de un viernes previo a navidad. ¡Qué buena venida de Jesús!

Mientras los reporteros, camarógrafos, periodistas y conductores esperaban una acción pronta de la policía y la inclusión del ejército para la liberación de los rehenes, un valeroso coronel canoso de la policía general se alistaba para ingresar a la “centralita nueva” donde se organizaban diferentes planes para la liberación, fue entonces, cuando ingreso como un ángel en el cuartel general y expresó sus breves palabras de bienvenidas y celebración ante la gran respuesta por el secuestro presidencial.
  • -       Buenas tardes caballeros, lamento la demora, pero ya tengo la solución inmediata ante sus tonteras de soldaditos – dijo el coronel sacándose el gorro y los galones
  • -       ¿Quién diablos es usted? Solo pueden ingresar altos mandos de la policía y el ejército
  • -       Por eso mismo, mi recurrencia en este lugar es obvia, soy el coronel de la policía nacional del Perú, Rodríguez Gallo, pero basta de saludos innecesarios, es momento de contarles cual va a ser el plan de liberación “Húsares de Huáscar”, ese nombre se me ocurrió, muchas gracias
  • -       ¿Qué? Viene como si nada a este salón ¡y planea hacer lo que usted quiere! – decía un viejo coronel del ejército
  • -       Por supuesto, es más, en estos precisos segundos ya debe de estar llegando mi propio equipo personal, algo un poco mejor que las águilas negras, no es por ofenderlos, pero estos muchachos, realmente están capacitados para todo, y es por eso que son solo cinco
  • -       ¿Cinco? – todos rieron en la sala con burla y sarcasmo – ¿planea decirnos que todo estará solucionado con cinco policías? ¡Qué absurdo!
  • -       Puede que sí, pero ahora verán la razón de porque, solo necesito de cinco policías valerosos y gloriosos, para tan peligrosa misión, observen las pantallas caballeros, pronto las noticias darán la vuelta al mundo, y el rescate de chavín de huantar… será cosa del pasado

Un camión grande, color gris y plomo, a prueba de balas y blindado con placas de acero forjado, junto a ventanales pequeños y un gran símbolo oscuro en la parte posterior, se acercaba con velocidad, destrozando cualquier auto pequeño a su alrededor, ingresó por jirón Ica en contra de los nuevos espacios peatonales que recientemente fueron inaugurados.

El camión blindado apareció entre la muchedumbre de personas que trataban de alejarse de ese vehículo. Los terroristas recluidos en palacio se acercaron con cuidado a las ventanas a observar ese espectáculo de carrocerías y tuercas. El camión se estaciono frente a la pileta de la plaza de armas, donde bajaron cinco sujetos fuertemente armados y usando ropaje negro y rojo, junto con un estandarte de la bandera nacional entre sus hombros.


Capas de color rojo y plateado, un traje elegante largo color negro, una boina oscura con extraños símbolos como bordados, y sus armas respectivas en el respaldar, los cinco sujetos se colocaron en fila frente a la prensa, y con ímpetu dijeron: “HAN LLEGADO LOS LIBERTADORES, LOS LEGIONARIOS SE HARÁN CARGO DESDE AHORA!”

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