Y ella estaba allí, y yo aquí, pero… aun
no lo entiendo
- - Hola… Kaytlin – allí esta, la única chica por quien, realmente me muero de ganas de besarla
- - ¿Qué pasa?, ¿has visto un fantasma o qué? Haha – se rio, de manera tan graciosa
- - Eh… no nada, ¿Cómo has estado?
- - Pues bien, ya sabes, con los cursos, pero ahora, más relajada, ¿y tú?, ¿paseamos o…?
- - Ah… pues claro, vamos a recorrer todo el centro de Lima! Para relajarnos de la vida pública, hehe – creo que mi nerviosismo era obvio
- - Bueno, y cuéntame, ¿Qué has estado haciendo ahora? Ya hace mucho que no salíamos de esta forma
- - Pues, tienes razón – trate de calmarme todo lo posible – ya hace mucho que no caminábamos juntos, digo, para hablarnos, un sábado, y eso que tú no eres de salir sábados a pasear así como si las puras
- - ¿Qué me quieres decir? ¿Qué soy una parrandera? ¡Por favor papito! No soy de ir a fiestas, porque, no me gustan mucho, y si voy, iré, pero con mi flaco, no es que sea todos los sábados, tú debes ser peor, ni sales creo, haha
- - Si… haha, pero bueno, ahora que estamos paseando, oh, vamos por el centro, a tomar fotos, traje mi cámara
- - Está bien, ¿Qué te digo? ¿fotógrafo profesional?
- - Si quieres, aunque mejor publicista, en eso soy bueno
- - Hahaha
Caminamos
por la transitada alameda Chabuca Granda, son las cinco de la tarde y los
bocaditos dulces abundan por la alameda, en ella seguimos nuestro camino viendo
a los ambulantes que están desde siempre, a nuestra derecha, una gran figura en
honor a la que, una de las criollistas más geniales de todos los tiempos,
Chabuca Granda, pero, esa figura, no lo entiendo del todo, y es de color rojo,
un color, muy vivo.
Seguimos
nuestro recorrido, mientras hablábamos de nuestros proyectos personales y, que
es lo que haríamos en vacaciones, que ya no faltaba mucho. Ella me comentaba
sobre que su flaco y ella querían fundar una productora, pero, por falta de
recursos, aun no era posible ese sueño, y ya querían terminar la carrera para
lograrlo, en cambio yo, solo le hable de mis estudios y eso, no podía contarle
sobre el otro proyecto secreto, los Soulos.
Al
llegar a la plaza de armas de la capital, una plaza muy iluminada, con hermosos
jardines verdes, y claro, los paseos en caballo para los turistas, o parejas,
quisiera subir a uno con ella, y pasear abrazados besándonos en todo momento,
pero, ese momento, nunca se dará. Caminamos por las bancas conversando sobre
nuestras cosas personales, ella tenía problemas con sus hermanas, y yo,
problemas con mis parientes lejanos, una excusa para seguirle hablando, y
encontrar ese instante para… confesarle mis sentimientos.
Nos
detuvimos un momento para observar la gran iglesia de la plaza de Armas, la
Catedral de Lima, una obra monstruosamente gigante y hermoso, construido hace
500 años, y que, aun siga de pie, es sinónimo de belleza eterna, ambos lo
observamos, mientras los turistas se tomaban foto entre ellos, con selfies y
con besos apasionados, expresando un amor de décadas, un amor eterno, un amor,
que aún no conozco.
Los
observamos por unos segundos, y le pedí que, me tomara una foto con la catedral
de fondo, ella se aseguró de tomarla bien, y flash, la foto apareció en la
pequeña cámara, entonces le pedí otra, ella se rio y pregunto si había salido
mal, o mal por el feo que salía frente a la cámara, yo igual me reí; y en ese
momento que iba a tomar la segunda foto, un instinto me dijo, que la tomara de
la cintura y ambos nos tomásemos una foto, me puse rojo como un picante o una
señal de tránsito, pensé que se enojaría, o se iría del lugar… pero, solo
sonrió y se preparó para tomarnos un buen selfie, un selfie que siempre
recordare, no solo en la cámara, sino, en mi memoria, algo frágil.
Miramos
las tres fotos, y seguimos riéndonos de la situación, y de lo que decía de mí,
creo que, todo iba saliendo bien, hasta ahora.
- - Hahaha, que buena foto, ¡me la pasas después eh!
- - ¡Claro! Pero… lamento la última, de haberte jalado y…
- - No te preocupes, somos mejores amigo, ¿no? Eso no me molesta
- - ¡Bien!
Y
con esa alegría que aun rodeaba nuestra aura de paz y amistad, pudimos seguir
conversando y paseando de un lugar a otro, caminando por cada calle de la plaza
de armas, majestuosa y bellamente influenciada por todo tipo de cosas y caras.
Pero, eso no me interesaba, solo quería seguir viéndola, su rostro, sus ojos,
sus hermosos labios y pestañas bien delineadas, mierda, cada vez me enamoraba
mucho y mucho.
Ya
han pasado dos años desde que nos conocimos, desde que la ayude en una clase de
cómputo, curso que al final no paso, pero desde ese segundo, nos conectamos
poco a poco. Caminamos incontables veces por todo Miraflores, conociéndonos,
recreando futuros donde ambos seriamos felices con sus respectivos trabajos,
llorando por diversos motivos, y abrazándonos en cada trozo de vida donde, nos
golpeaban en un lugar sencillamente rompible, el corazón.
Ahora
este iba a ser el último paseo con ella, el último recorrido por un lugar
grande y lleno de gente con ella, el definitivo paseo de dos almas, que,
deberían de estar destinadas a seguir su camino, tomados de la mano, este, es
el final, y debo decirle todo antes de partir.
Avanzaron
los minutos raudamente, y son las nueve de la noche en la avenida Javier Prado,
caminamos por mucho tiempo y hablamos de todo, salvo por una sola cosa y la
idea del porque la cite a pasear conmigo en lugar de su flaco, confesarle mi
amor.
- - Katylin, hay algo que tengo que decirte, bueno es muy personal y de verdad tengo que decírtelo
- - ¡Oh! – pronuncio sorprendida, se detuvo y volteo a verme directo a los ojos - ¿Qué me quieres decir Jeroucito?
- - Bueno… la verdad – estaba tartamudeando- es algo muy personal y la razón por la cual te pedí que nos viésemos en esta noche de sábado
- - ¿y qué es lo que tienes que decirme? – pregunto intrigada con sus ojos sorprendidos
- - Bueno… no es algo que diga por decir, porque de verdad es algo que realmente he sentido por ti durante todo este tiempo que nos conocemos – apreté los puños y mire abajo – yo…
- - Entiendo… - hablo por mí - ¿estás enamorado de mí, verdad Jerouu? – termino mi pregunta
- - Yo…
Ella
me siguió mirando directo a los ojos, y yo pude ver en ellos cierta timidez y
remordimiento por tal vez, las palabras que me diga me hieran totalmente,
quizás estaba pensando en cómo decirme el NO de una forma más amigable y sin
herirme tanto en los sentimientos.
Tal
vez pensaba en decir SI y como terminaría esta noche hermosa con luces y carros
paseando de lado a lado, un sí que se fundiría con un beso apasionado y precoz,
pero dulce y eterno como una estrella, quizás ese final lo ideaba ella dentro
de su futura respuesta.
- - Jerouu, tu sabes que tengo un enamorado y que las cosas entre nosotros está bien, no sé si sea el indicado para una futura relación, pero todo va bien y genial entre nosotros, pero tú y yo…, digo, somos mejores amigos – miro a la pista – pasamos por muchas cosas, sufrimos ambos por muchas personas, lloramos juntos y reímos en compañía de varios amigos, siempre juntos en buenas y malas, pero…
- - ¿pero…? – la ilusión de que dijera sí o no desaparecía, y ahora se convertía en una odisea entre desmayarme u huir - ¿eso es si o un no?
- - No es un sí ni un no, no sé cómo decirte, pero entre tú y yo…
- - ¡Huy causa! ¡Te atrasaron totalmente! – esas palabras provinieron de la banca atrás de nosotros – eso significa que, putamadre, estas con el corazón roto, ¿no causa?
- - ¡Pero que mierda! – grite al girar mi cuerpo al ver al tipo
- - Pero antes de que llores como un chibolo huevón, te matare aquí junto con la chica que te choteo – nos amenazó nuevamente, y si encontraba solo, y por alguna razón, no había nadie en ese paradero
- - Jerouu, ¡vámonos ahora! – grito asustada Kaytlin
- - ¡Lárgate de aquí malnacido! – grite con furia por lo que me dijo, sabía que esas palabras eran ciertas, pero, me dolió más que la futura respuesta de Kaytlin
- - Lo siento causa, pero no es nada personal, es solo un trabajo de la legión
- - ¿dijiste legión? – me sorprendí, y en eso, un cuchillo atravesó mi estómago cuando intente sacar mi bastón de madera de la mochila
- - Adiós Jerouu, muere con la tristeza en tu corazón
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