Una
provincia de problemas y antigüedades que no descansa por culpa de los que se
hacen llamar justicieros, no queda mucho que salvar ni proteger, una ciudad en
ruinas con un ejército aplastante merodeando por los alrededores, los
pobladores indefensos sin poder entender muy bien lo que sucedía, cosa que yo
tampoco entendía, y ahora ellos viendo una terrible verdad nuevamente.
- - Llegamos – dijo Franz bajando del jeep militar
- - ¿Qué lugar es este? Me supongo que es la base de la resistencia ayacuchana ¿no?
- - Tienes razón, son los pocos que quedamos, los demás se fueron a la ciudad a obedecer el nuevo régimen, y nosotros esperando un verdadero milagro, que ahora se viste de una linda mujer
- - Hahaha tranquilo amigo, tengo enamorado… al cual apenas veo, dime, ¿Las personas saben manejar armas?
- - Lamentablemente no son de los que puedan amenazar con un arma, son pobladores, comerciantes y pastores, nadie ha matado a alguien o al menos herirlo de gravedad, somos unos cuantos quienes pueden hacer, incluyéndome, ¿Y qué me dices de ti?
- - Pues… aprendí a crear bombas molotov en el sótano de mi edificio, y ver tutoriales de defensa propia, aparte de saber artes marciales y siempre tener las uñas largar por si las dudas, pero manejar pistolas o cosas parecidas, nada que ver – dije frustrada al mostrar debilidad por no saber manejar armas
- - Bueno…
- - ¡Señor Franz se acercan camionetas enemigas! – habló uno de los pobladores con su poncho y una metralleta oxidada entre sus manos
- - Mierda… ¡Todos a cubrirse ahora!
Los
pobladores de la resistencia se escondieron en sus carpas blancas que los
cubrían de la intensa tempestad blanca, tan fuerte que algunas carpas vacías
estaban hechas trizas, todos huyeron hacia ellas apagando todas sus luces
cubriéndose bajo las pequeñas montañas de nieve acumuladas cerca de las camas.
Me escondí en la carpa de Franz sujetando una pistola calibre 44, algo que
nunca he usado y temía usarla ahora.
Al
parecer, esta ubicación era nueva, debido a los desertores o traidores que se
fueron al bando contrario, siempre decían donde se encontraba la ubicación de
la resistencia, por ende, decidieron camuflarse bajo la nieve, algo que
funcionaba totalmente. Las patrullas legionarias pasaron sin presenciar algún
alma a kilómetros a la redonda, prosiguieron su camino dejando un camino de
huellas hacia lo que sería la plaza de armas de la ciudad.
- - Es la cuarta patrulla del día que viene a esta zona, al parecer ya saben sobre nuestra ubicación, putamadre, ya no podemos irnos a otro lugar, tenemos gente enferma y niños que apenas pueden moverse por este clima de mierda…
- - Entonces… quiero encontrar ese poder especial de una maldita vez – pronuncié firmemente sin saber a dónde dirigirme - ¿Hay ruinas antiguas por algún lugar? Quizás… un lugar místico que antes era de turismo o algo parecido probablemente
- - Eh… pues… está el santuario de Vilcashuamán, pero…
- - Excelente, ¡bien! Iré para allá entonces ¿Dónde queda? ¿Me puedes llevar? ¿Está en óptimas condiciones?
- - Si… pero…
- - ¡Bien caracho! ¡Cuando encuentre ese poder faltante arrasare con esos malnacidos de la legión y…
- - Pero…
- - No interrumpas Franz, estoy inspirada, es momento de… - interrumpida
- - Ahora es la cárcel de la provincia, ha sido tomada por los legionarios como base militar y cárcel para importantes reos, los más peligrosos para ellos
- - ¿Qué dijiste? – no lo podía creer
- - No respetaron nada y tomaron la iglesia a la fuerza, expulsando a los guías y todo personal que laboraba para usarla como base estratégica, donde probablemente este el capitán de los legionarios. No podemos acércanos a ese lugar, está bien resguardado y pues, es imposible lograr ingresar, sería una masacre enviar a mi gente a ese lugar y no conseguir nada importante
- - ¡No!
Una importante ruina y maravilla histórica estaba siendo
utilizada para algo tan repugnante como lo es una cárcel, una obra estupenda
destruida para servir a las horribles ideales de la maldita legión, no podía
tolerarlo ni tampoco sus pobladores originales. El frio estaba asesinando paso
a paso por cada carpa que podía ver abierta, no era una opción esperar sin
hacer algo, ver gente muriendo fuera de su hogar víctimas de una estupidez de
algunas personas explotadoras totalmente idiotas.
Ya pude ver eso de cerca y ahora que lo tengo nuevamente
ante mis ojos, puedo hacer algo, partiles su mierda y recuperar lo que
realmente les importa, no me interesa perder la vida si no es para salvar a las
personas que tanto dan por nuestro país y nadie los considera, esos hijos de
puta van a saber que es realmente bueno, se me ocurrirá un buen plan para
poder…
- - Tome señorita – una pequeña niña con sus cachetitos enrojecidos me ofreció una taza de té caliente
- - Oh… gracias pequeña
- - Dígame señorita ¿Vino a ayudarnos? – decía tiernamente la pequeña
- - Por supuesto, botaré a esos… señores de su tierra y todo volverá a ser normal
- - Gracias, pero… no mate a nadie por favor
- - ¿Qué dices? – pregunté sorprendida ante su respuesta
- - Ya no quiero ver gente muriendo, mis papas me han contado la verdad y… no, no quiero que la gente muera, ya no
- - …
Una pequeña niña, dulce y adorable cubierta de un ponchito marrón y con
sandalias soportando este frio, pidiendo que no asesine a nadie de corazón para
que ella viva feliz… ¿Qué es esto? No puedo dejar de verla y sentir una tristeza
bastante grande, ¿De verdad era la solución matar? Es probable que no lo
estuviese pensando, pero el acabar con alguien porque hizo algo malo es
justicia ¿Pero si esa persona luego hace algo malo no lo convierte igual en esa
persona que mató? Demonios justo ahora tengo esta sentimentalidad; no me
interesa, no debe interesarme, debo acabar con esos legionarios, cueste lo qu
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