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domingo, 1 de noviembre de 2015

“La devoradora de pecados”





Yo nunca fui una chica de barbies, nunca fui una chica de dulces, tampoco la inteligente ni la joven madre. No soy una chica excéntrica, ni tan bonita al estilo puta. Simplemente soy un ser que nunca debió de existir, revivo a quienes deben de estar muertos, soy la responsable de tantas funestas fiestas,  soy… la devoradora de pecados.

Un viernes 31 de octubre, hace mucho tiempo, una pequeña de dos moños largos, enredados entre sus adorables cabellos rojizos y negros, tan oscuros soñolientos disolventes en lágrimas que esta pobre pequeña solloza sobre la tumba. No encuentra explicación, no encuentra perdón, no sabe dónde está la razón y su madre, la pasión; hoy, se cumple diez años de la muerte, de sus padres.

Solo quince primaveras, míseros quince frente a una centena de años a sus alrededor, empotrados de cemento y flores marchitas, la única ser viviente en un kilómetro, la única pariente decente frente a estos inmolares reflejos del final. Nadie escucha, nadie se resiste, solo ella, acostada frente al aislado hogar que siempre ha permanecido en su mente.

El deceso de sus padres ocurrió en dos cárceles bien marcadas en diferentes diarios chicheros peruanos, “Piedras Gordas” y “Santa Mónica”, dos penales donde la muerte y la maldad son la misma cosa, donde sus seres piden clemencia por un poco de libertad, donde la palabra gracias, significa el fin. A su padre lo asesinaron mientras dormía, y a su madre, la ahorcaron los mismos policías en un confuso incidente, ella aun no sabía dar la hora, y se convirtió en una muñeca de trapo huérfana.

No era momento de lamentarse, tampoco de sollozar esbozando auxilios y ajos, era momento de huir o morir en el intento, no estaba sola rezando por las almas de sus progenitores, cinco fastidiosos bandidos se encontraban alrededor de ella, perturbando la tranquilidad del cementerio, no vinieron a declarar sus pesamos, sino a romper sus dolores y penetrar por donde más les convenciera.

Ella se levantó con tranquilidad y dejo una rosa frente a cada nicho donde sus antecesores descansaban, y solo podían observar como su paria, intentaba tomar las riendas del destino en un giro inesperado. Ella volteo a ver a los cinco ladrones y exhalo profundamente. No quería pelear, no quería huir, simplemente esperaba que todos se murieran y ella… también, no le importaba más el vivir, ya no era la misma, sus quince se acabarían ahora.

Mientras uno de ellos se acercaba con un cuchillo en mano, intento seducirla con declinantes palabras a sus oídos definidos, otro intento dejar su huella entre sus partes íntimas, pero ella se resistió y le propino una dura bofetada en su mejilla izquierda, causándole dolor y enojo. La sujetaron entre los otros tres, y en posición de ajusticiarla con caballos, la tenían presa ante sus perversiones, nada le importaba, no quería verlos, no quería sentir la vida tan pesada que se encomendaba entre sus finos cabellos rojizos.
  • -       ¿Eso es todo? Esperaba algo mejor de una digna descendiente de Francia

Abrió los ojos inmediatamente, al igual que sus captores con los pantalones caídos, observaban atónitos hacia la parte extrema de una fila de nichos. Un joven con terno oscuro y corbata de líneas azules se postraba entre los nichos con una espada realmente gigante, con una sonrisa ilegal y guantes de colores muy vistosos, y hermosos.

Salto sin dificultad, pateando a uno de ellos en el mentón con suavidad, como si el aleteo de un ave realzara su majestuoso vuelo, sin importarle los cazadores o el mismo cielo, el tipo salió volando, golpeando su cabeza contra una de las tumbas, inconsciente el terrible hombre, el tipo del terno apunto con su enorme espada hacia los otros cuatro, y con voz autoritaria y firme les dijo:
  • -       ¿Qué esperan? Súbanse los asquerosos pantalones y vengan por mí, niña, usa tu poder ahora

No sabía que pensar, no sabía qué hacer, este raro sujeto apareció entre las tumbas y derroto a uno de ellos con un golpe sacado de las viejas películas de acción y artes marciales. ¿Era todo esto real? ¿O ya me habían violado de tal manera, que todo era mágico para mí?

Como importara eso, utilizo su espada descomunal para abrirles unas enormes heridas en sus feos pechos, la sangre brotaba como un manantial, ellos solo gritaban y yo, me desprendía de ellos, mientras sin ansias, observaba su dulce poder y la recompensa líquida de sus acciones.

Quedaban dos irrespetuosos seres humanos, con temor intentaron correr, pero les hice tropezar, y al escuchar un abismal odio dentro de mi cabeza, solo pude responder con una fuerte sonrisa, una sonrisa eterna, macabra, inmortal, bella y especialmente aterradora, ¡finalmente estaba sonriendo! ¡Sonreía carajo! ¡Era feliz al ver tanta mierda y placer juntos! Era hora de que mis amigos se asomasen un corto periodo, ¡mis amigos están vivos! ¡Los muertos son los vivos!
  • -       Todo ha terminado niña, ¿Cómo te llamas?
  • -       Milady
  • -       No hablas mucho ¿verdad?
  • -       No
  • -       Sera mejor irnos, no tardara la policía en llegar y cuando vean este… acto, será muy malo para ambos
  • -       No tengo a donde ir, ni ropa que reemplazar
  • -       Ahora si hablas demás
  • -       Gracias…
  • -       No me lo agradezcas aun pequeña, digo, Milady, tendremos tiempo de charlar
  • -       ¿Mucho tiempo?
  • -       ¡Claro! Desde ahora te protegeré Milady, ahora vamos a casa

No supe realmente que estaba pasando por mi cabeza, pero una fuerte emoción dentro de mis entrañas me obligo a ir con este sujeto tan excéntrico y divertido… mis amigos me decían aires y perdices, no puedo saber en que acabara, ni en que terminara todo… pero todo es por algo creo, y hoy estoy a punto de averiguarlo, frente a estos tres niños.


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