En el Ministerio de Defensa, en Santiago,
Chile
- - ¿Cómo es posible que todos se atacaron entre todos? – habló el general de las fuerzas armadas chilenas, Brad Humberto Princeton
- - No lo sabemos señor, simplemente esos sujetos a quienes nuestros soldados describían como… monstruos desaparición del radar – intentó hablar con claridad uno de los soldados en la oficina central del ejército
- - ¡Nada de peros! ¡Inmediatamente averigua que mierda ha pasado! ¡¿Cómo mierda es posible que nuestros aviones fuesen destruidos, aniquilen a nuestra gente, y al parecer, todo haya sido posible gracias a…. ellos mismos?!
- - Rápido señores averigüen todo lo posible, mientras señor, ¿Qué haremos con esto? ¿Cómo se lo explicamos al presidente y a toda la canción? ¡De que nuestros soldados se mataron entre ellos, y todavía, con nuestra supervisión! – se desesperaba el primer vicepresidente de la nación, Robert Ambrossio
- - No diremos nada todavía, tenemos que saber bien lo que paso realmente en el desierto, no me creo el cuento de que todo fue acto de una sola ilusión… no hay ninguna grabación o… ¿algo parecido? ¡Rápido informen!
- - ¡Ninguno señor! ¡Todo aparece como…!
- - No podemos quedarnos sin opciones, cincuenta hombres y tres aviones de guerra fueron destruidos, y los otros cincuenta han quedado en estado de shock, ¡no explican nada! ¡solo balbucean sobre robots y seres extraños que los destruyeron, nada tiene sentido maldita sea! – expresaba furioso el general al no saber qué hacer en momentos como estos
- - ¡Espere señor! ¡tenemos algo en las grabaciones internas del tanque número cinco, al parecer, son solo dos minutos de duración
- - ¡Rápido! ¡Ponlo en la ventana principal!
Las
imágenes descritas por unos dos míseros minutos, fueron suficientes para
desistir de toda idea de enviar más hombres a la frontera, gente siendo
despedazada, un gran brillo de luz destruyendo tanques y robots autómatas
cortando partes a cuerpos humanos indefensos, todos no podían creer lo que observaban,
algunos estuvieron a punto de vomitar… la masacre que se había realizado, y la
pronta desaparición de todo, pero, una cosa quedaba clara, todo fue realidad,
no una pesadilla del infierno.
El
general tomo la decisión de ocultar esta información al presidente y toda la
nación, no los involucraría en una situación tan enferma y extraña como esta,
no existía posibilidades sobre que realmente los ataco, o quienes, pero,
tampoco quería alarmar a toda una población con “supuestos ataques fantasmas”
tenía que pensar en una coartada de la inesperada suspensión de los juegos de
guerra 2014. Y al final del corto vídeo, pensó en una idea estupenda, terminar
con los asesinos, con sus propios medios.
La
desesperación crecía entre los soldados y evitaban a toda costa subir alguna
información a la red, o al menos, que no pasara de las puertas de la sala de
reuniones, se tomarían las medidas necesarias para averiguar y aniquilar a las
fuerzas que destrozaron a los soldados e hicieron creer, que todo fue solo una
simple ilusión del desierto, una guerra se aproximaba.
La
Victoria, medianoche
Kim
suspiraba y miraba el techo de su cuarto, con quien compartía la noche con su
hermana menor, Karina, una dulce pequeña de once años, a quien siempre llevaba
al colegio en la mañana, y la recogía después en la tarde, antes de irse a la
universidad. Pensó nuevamente en las aventuras que había vivido en tan poco
tiempo, y no pudo conciliar el sueño toda la noche…
Abrió
los ojos y eran las tres de la mañana, no podía dormir sin saber realmente a
que se refería ese señor con “ayudar al Perú”, ella no quería lidiar con una
guerra y menos, tener que matar gente por el bien de otros, eso lo detesta y no
lo creía posible, que fuese una realidad tan horrorosa, enfrentarse a
terroristas legionarios que deseaban el poder y dinero en cantidades enormes,
solo con la ayuda de Luz y Adrián, ¿Cómo iba a lograr tal hazaña? Supuestamente
nos explicaron que, cada uno poseía un poder especial, pero que, yo era la
única a quien realmente esos legionarios les daría muchos problemas, pensé
nuevamente… si esos legionarios me conociesen, entonces, como en los doramas
que a veces veo, irían por mi familia también…
¡Eso
jamás me lo permitiría! Investigue rápidamente en mi computadora personal sobre
una antigua espada que, llevaba el apellido de mi familia, y quizás, podría
utilizarla para, defender a mi familia ante cualquier ataque, pero encontré dos
serios problemas. No sé nada sobre utilizar espadas o alguna arma, y dos, todas
las espadas son caras y raras, si quisiese conseguir una de madera al menos, me
costaría y no, quiero gastar dinero que pueda levantar sospechas. Las cosas se
complicaban cada vez peor, si realmente ya querían matarme, entonces vendrían
por mi familia y me obligaría a hablarles todo sobre… Jerouu y los Soulos.
Entonces
en un artículo del diario “Perú 21”, leí sobre una nota donde informaba la
muestra gratuita de una antigua espada japonesa de hace ¡un milenio! Una espada
realmente única y poderosa, según lo que redactaba ese informe. Esa espada era
llamada “Tachi” debido a que era una
antecesora de las famosas Katanas, que a cada rato veía en series de animes o
en el centro comercial arenales. ¡Y ese era la mejor noticia! ¡La exposición de
esos artículos japoneses antiguos y la espada legendaria seria en el mismísimo
centro comercial Arenales!
No
podía pedir otra cosa, pero… ¿Por qué sentía esa necesidad de poseerla? Podría
haber contratado seguridad o asegurado la casa, sin llamar a la policía claro,
o bueno, adquirir una pistola, que tampoco era idea factible, pero, una espada
antigua y probablemente oxidada, ¿Por qué me urgía tanto adquirirla? Tuve un
raro sentimiento de saber si era por curiosidad o por interés, pero no podía
perder tiempo, tenía que adquirirla antes que… ¡esos malnacidos comenzaran a
atacarme!, si, malnacidos.
El
centro comercial Arenales, se encontraba pasando el hospital del empleado, en
la avenida Arenales, un gran centro donde albergaba todo tipo de cultura
japonesa, coreana y china, mejor dicho, toda la cultura asiática reunida en un
solo punto de la capital peruana. Vendían desde artículos de animes famosos,
hasta comida coreana y promoción de bailes coreanos, que siempre me gustaba,
pero no era momento de pensar en eso. Tenía que idear un plan de… ¡robar esa
espada!
¡¿Pero
qué rayos estaba diciendo?! ¿Robar una espada legendaria, perteneciente a otro
país y que me condenaría por el resto de la eternidad a prisión? ¿Qué rayos
estoy pensando? No, no debo hacerlo… pero esa sensación aparece de nuevo, como
si fuese un extraño lazo que, me unía con esa espada Tashi, un fuerte
sentimiento de pertenencia, una voz interna diciéndome que, me pertenecía por
derecho, que era mía… debía obtenerla, así sea robándola o no.
No
espere más, me vestí disimuladamente, sin despertar a mi hermana, y con ropa
que me camuflara toda la noche, o lo que quedaba de noche, debía de apresurarme
e intentar robarla, debía de hacerlo antes que…
- - ¿A dónde vas? – dijo dulcemente mi hermana Karina
- - ¿Eh?
- - ¿Por qué te vistes a esta hora? ¿ya es hora del colegio?
- - ¡No! Es solo que… tengo que ir a… una reunión urgente
- - ¿Qué tipo de reunión? – insistía mi hermanita con sus preguntas
- - Eh… - no sabía que responder – una reunión secreta ¿feliz?
- - Ya… ¿iras a verte con tu novio no?
- - ¿Qué? ¡No!
- - Pues… no diré nada, si es que me prometes algo Kim, una promesa muy pequeñita
- - Está bien – todo para no decirle realmente a donde iba - ¿Qué promesa?
- - Que yo sea tu madrina en tu boda… - me dijo seriamente
- - ¡¿Qué?! ¡Que no voy a verme con un novio!
- - Mamá…
- - Está bien, ¡está bien! lo serás, ahora vuelve a dormir, promesa de hermana mayor – le hice la promesa del dedo meñique
- - Bien Kim, hasta mañana o dentro de horitas
- - Cuídate y descansa – nadie te hará daño
Salí
silenciosamente por la puerta de la sala, baje las escaleras del edificio donde
vivo, y afortunadamente, no había nadie en las calles, ni en el parque, ni en
otro lugar, me parecía un milagro, en algunas ocasiones varios delincuentes se
reunían para fumar droga o hablar de mujeres de la farándula, también robar
claro, pero hoy ningún alma a los alrededor, me coloqué mi gorro de lana negra
y me dispuse a continuar con el plan.
Rodear
el centro comercial, intentar trepar por uno de los edificios aledaños e
ingresar por la parte superior, claro, evitando todo clase de obstáculos,
guardias, alarmas, escáneres y… a la policía, todo eso sin levantar alguna
sospecha de mi ligera presencia, ahora la gran pregunta ¡¿Cómo rayos haría todo
eso?!
0 comentarios:
Publicar un comentario