Muy buenas noches, decía el multimillonario, exclusivo y experto en
publicidad mundial, Ariano Malverde, a tres jóvenes estudiantes en la
universidad de las grandes ideas peruanas, los tres jóvenes se quedaron
atónitos ante lo que decía este experto en el manejo visual de las cosas,
mientras disfrutaban de una taza de té, los tres, habían perdido clases por oír
la terrible historia de Ariano, Kim, ya había llegado y escuchaba atentamente
todo.
- - ¿Quiere decir que este sábado todo el gobierno será derrocado y este grupo, la legión, tomara el poder? – pregunto la jefaza del grupo de radio, Luz Beltrán
- - Exactamente jovencita, esos tipejos darán un golpe de estado al gobierno, y todo será muy feo después
- - ¿Pero, y el ejército? ¿O porque el gobierno no hace nada? ¿No saben acaso de su existencia? – pregunto el joven de camisas de cuadros, Adrián Cárdenas
- - El ejército… es probable que también busque beneficios en el golpe de estado, por eso no hacen nada, y el gobierno, no sabe absolutamente nada, gracias a la incompetencia de esos imbéciles, las marchas anti mineras, protestas y el fenómeno del niño, todo eso ha creado una capa alrededor de este temible grupo, por eso, son invisibles para ellos
- - Oh… - dijo tristemente Kim
- - Por eso chicos, principalmente tu Kim, tienen que detener a ese grupo
- - ¿NOSOTROS? ¿Por qué nosotros? ¡Que se encargue la policía, o bueno, alguien más! Nosotros solo queremos estudiar – dijo alarmada Luz, levantándose de la banca con ímpetu - ¡no tenemos nada que ver en esto! ¡no queremos involucrarnos en cosas que… nos pueden matar!
- - Bien, tienen razón, pero, estoy seguro que varios de ustedes saldrán a la calle para protestar cuando el nuevo gobierno legionario imponga nuevas normas para los universitarios, y colegiales. Pero ustedes tres son diferentes, y es momento de contarles el porqué, ¿conocen a Jerouu?
- - ¿Jerouu Ayaucán Gael? ¿Qué pasa con él? – se levantó con rapidez Kim, al oír el nombre de Jerouu
- - ¡Huy! Parece que a alguien se le nota algo más que amistad, haha – río Luz en un momento inadecuado – perdón, lo lamento
- - ¡Oye! Es que solo me preocupa donde está, no lo veo desde la despedida en la terminal… pero, a usted también lo vi señor
- - Si, sé que me viste, por eso, tu eres muy diferente, tienes los mismos poderes que el resto de los amigos de Jerouu
- - ¿Poderes? ¿De qué habla? Deberíamos estar en clase – decía Adrián agachando la cabeza para suspirar y ver que ya eran las seis de la tarde
- - Les contare…
Mientras
escuchaba al señor hablando, no podía quedarme con la idea de que, Jerouu, un
buen amigo, y… una persona a quien estimo mucho, tan extravagante, siempre fiel
a sus principios, que le gustaba ayudar a otros y tenía en mente, ser algún día
presidente del Perú para mejorar en todo, es realmente un chico heredero de un
antiguo inca, ¡y con poderes extraordinarios!
El
señor Ariano se despidió de nosotros con una tarjeta de presentación, y con la
firme promesa de no confiar en nadie, todos nos estarían vigilando, y como
nuestro deber ahora, como los vigilantes de Lima, era el de mantenernos
ocultos, al menos hasta el día de la “revolución blanquirroja”, como lo había
nombrado el señor.
Luz
y Adrián se preguntaban que deberían de hacer, si de veras creer esa historia,
o ir a donde la policía y decirles todo lo que paso, yo en cambio, sentía mucha
curiosidad, pero a la vez, demasiada preocupación por todo lo que nos contó, la
pronta guerra civil, el golpe de estado, las balas y los poderes raros, todo
eso en conjunto con los siete Soulos, muy difícil de tragar en momentos de
estudio.
Cuando
aún no decidíamos que creer o decir, ya eran las ocho con veinte minutos, la
hora justa para el curso de semiótica, la parejita subió mientras me
preguntaban si subiría, les respondí que antes iría al baño, asintieron y
siguieron su camino; al menos ellos estaban seguros de que permanecerían juntos
ante cualquier situación, eso era lo hermoso de ellos, yo no puedo decir lo
mismo, todavía no.
Ya
en el baño trate de lavarme la cara, concentrarme en que hacer, en que creer, o
en quien confiar, ese señor nos dijo que confíesenos en nadie, pero, ¿a quién
realmente se refiere? ¿No podemos contarle a nadie? ¿Ni siquiera a nuestros
padres? Si es de esa forma, entonces estaba sola por mi cuenta, un futuro
enfrentamiento que exigía tantas cosas, ¡y yo solo quería ser periodista y
bailarina!
En palacio de gobierno
- - Bien señor presidente, vamos a comenzar la entrevista dentro de unos cinco minutos – le comentó la periodista Wendy Alcázar, destacada por su labor en la Comisión de la verdad, antes de agregarse la reconciliación
- - Si señorita Alcázar, no soy sordo – dijo riéndose de forma jocosa el presidente Ollanta Humala Tasso
- - Bien, le esperaré afuera, en el salón principal
La
sede de todos los gobiernos peruanos, el hogar de cada presidente en la
historia de la peruanidad, lugar donde se han vivido muchas cosas demasiados
interesantes, como golpes de estado, proclamaciones y balas de lucha.
Galardonadas con esbeltas estructuras de torres tan bien perfeccionadas y
duraderas, aproximadamente cerca de viente ventanas grandes para dejar pasar la
luz solar, o la luz nocturna de una capital durmiendo.
Tan
bastionada como oscilante, resguardada por un escuadrón especial que desde
tiempos libertadores, han custodiado el palacio con garra y fuerza bruta, más
bruta que garra, por no mencionar el atuendo siempre vistoso cada domingo en
las mañanas. Caminando de un lado a otro, sin mirarse el uno al otro, sin mirar
al resto, de pie observando al público pasar a unos centímetros de ellos,
separados por un portón de acero oscuro y barras opresoras con gritos de
proclamaciones.
Y
encima, el eterno escudo del Perú, con sus tres símbolos importantes y
moralistas que a cualquiera harían sucumbir de lágrimas y sentimientos rotos
encontrados, pero no es nuestro caso, el escudo, está un poco deteriorado, en
un patético estado, como lo demuestra su actual gobierno, pero eso no es lo
mejor, la bandera, siempre está ondeando, un raro acontecimiento, no hay viento
y la bandera ondea con toda ímpetu ¿Esto es una señal?, y si lo es ¿Una señal
de que? ¿Nuevos vientos? ¿O nuevos muertos?
Antes
de dar su declaración sobre las nuevas leyes que regirán el país con impunidad,
debe de entrar a su cuarto personal, el estimado y queridísimo capitán Humala,
bien llamado como en sus años de uniformes y drogas guerrilleras, no está solo,
se encuentra con su temido amigo, el temido general “Cóndor”.
- - Estas muy bien vestido, señor presidente – sonrió el general Carpio con picardía
- - No me faltes el respeto, es gracias a ti que la mitad del pueblo peruano no me quiere y desean que renuncie, ¡faltando menos de un año para las elecciones carajo! – dijo molesto el presidente, mientras se acomodaba su corbata roja
- - Cálmate camarada Ollanta, ambos somos compañeros desde hace mucho tiempo, y tú sabes que esto, es por el bien de nuestro país
- - Eso jamás lo olvidare, pero tienes que ser discreto y no mostrar interés en mis declaraciones, suficiente tengo con las putas peleas que sostengo con los medios de prensa
- - Hahaha – rió con gracia el general – ellos son nosotros mi presidente, ahora ellos son nuestros trofeos de guerra, una guerra que ganamos con Fujimori en el poder, y que ni el pueblo lo sabe
- - No me interesa, ahora déjame hablar y desaparece de la misma forma que apareciste aquí, “haragán victoria”
- - ¿Haragán Victoria? Hace tiempo que no me decían… por mi antiguo nombre de batalla, pero claro, solo vine a aclararte de que no te preocupes, yo me encargare de silencia a todos los que se opongan a tus nuevas leyes
- - Pero nada de muertes ¡quedo claro!
- - Si… mi presidente
El
presidente salió de su cuarto personal, con una suavidad al cerrar las puertas,
mientras el general sacaba una botella de vino de un pequeño armario y
observaba por la ventana a todos los peruanos caminando, riendo, disfrutando,
tomándose fotos, paseando, sujetando a sus hijos y comiendo helados, tan
inocentes pensó, tan tranquilos, pero también tan peligrosos, como el mismo
peligro que él representaba.
Una
figura esbelta y bella aparecía de entre las sombras, sujetando con sus brazos
delgados y largos el cuello del general, dándole un beso en su cuello bien
fornido, una mujer de cabello corto, con una peculiar sonrisa.
- ¡Oh! Mi primera dama, antes de proseguir, tenemos que hablar, y mucho sobre esto… pero bien puede esperar, mi bella primera dama
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