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lunes, 12 de octubre de 2015

“Nunca dejes para mañana, lo que pudiste haber hecho ayer”




  • -       ¿Cómo que nos están siguiendo Milagros? – pregunté alarmada
  • -       No mires para atrás, pero desde la entrada de la facultad vi a ese tipo esperando a alguien, y a pesar de que nos fuimos a comprar algo a la tienda, nos ha estado siguiendo desde entonces…
  • -       Crees… ¿crees que sea un secuestrador o algo así? – dije asustada y agarrándome bien fuerte del brazo de Mila
  • -       No tengo idea, pero sería mejor que… ¡oh! allí viene mi carro, luego me cuentas Kim
  • -       ¡¿Qué?! – dije al ver que ella se desprendía de mi brazo para subirse rápidamente al ómnibus - ¡Espera Mila!

Y fue en vano mis gritos, solo quedábamos en el paradero ese extraño tipo de traje con gafas negras,  yo con mi mochila marrón usando justamente una falda de flores y pantis oscuras para esta fría noche, que ocasión es la que he preparado, todo un saludo de bienvenida para ¡mi perpetrador o *pepeador!

Intenté sacarme la mochila disimuladamente para, aparentar que buscaba algo y no prestarle atención, el suficiente tiempo para que pasara de largo, o pasara rápido mi ómnibus y me largara de este lugar, pero para mala suerte, no venía ningún ómnibus ni nada parecido ¡maldita suerte!

El tipo se acercaba cada vez más, siempre usando su celular para, al parecer enviar algún mensaje por whatsapp o mensaje normal, intentaba fingir que se acercaba y pasar de lado, pero yo sabía que eso no era lo que buscaba, este tipo de negro me buscaba a mí, en especial a mí y este lunes de frio, y justo aparecen dos más delante mío, a unos cuantos mini metros, en otro poste, con gafas oscuras y el cabello revoltoso, ¿Qué querían de mí?

Cuando uno de ellos me tocó el hombro para intentar hablarme, yo lo golpeé con un puñetazo izquierdo, un buen golpe que envió sus lentes oscuros a la pista, mientras el otro tipo corría a socorrer a su amigo, una especie de espada gigante se atravesó entre nuestra distancia, esa espada grande y… medieval apareció de la nada, deteniendo la presunta ayuda del compinche del traje negro, un tipo apareció detrás del quién lo iba a ayudar, y le pateó el trasero con tal fuerza que, lo envió al otro lado de la cera, ahora, hay un tercer tipo.

“¿Estás bien?” preguntó el tipo extraño, quien al parecer era el dueño de esa espada medieval, me ayudó a levantarme luego de caerme por casualidad en la pista, antes que apareciese un ómnibus a arrollarme. Era un tipo alto, con un buen peinado color rojizo oscuro y un elegante terno plomo, antes de darle las gracias, pasó el carro que me llevaría a casa, subí rápidamente y lo perdí de vista, el tipo intentaba parar el ómnibus, pero era demasiado tarde, el ómnibus ya iba en rumbo a la avenida Salaverry, por fin este día de ataques y tipos raros se acababa.
  • -       Parece que… la he espantando ¿no lo crees Faulquo?
  • -       Si señor Ariano, pero al menos tenemos a estos dos sujetos, que por el traje que utilizan, son espías enviados nada menos que… la división de tecnología e información de la policía
  • -       Pues creo que sí, y si vinieron por esa chica, entonces, ella debe de ser la chica especial, quien lo diría… el vagabundo acertó totalmente
  • -       No cantemos victoria señor, tenemos que investigar bien, si ella es una de los “Soulos”, aún faltan otros cuatro

Finalmente regresaba a mi casa, tranquila y segura mientras pagaba el típico pasaje de costumbre a la cobradora, el magnífico ómnibus “T”, que antes solía ir por la avenida Tacna, pero luego le clausuraron esa ruta por el corredor azul, y ahora solo llega hasta la avenida 28 de Julio y de regreso hasta Villa María del Triunfo, ¡eso si es viajar de cono a cono!

Mientras pensaba en esto último que sucedió, también hago un breve recuerdo de lo que ha pasado en este ciclo, todos los exámenes, amigos, y demás cosas, todo mientras escuchaba a uno de mis grupos de Kpop favoritos en todo el mundo, ahora iría a mi casa, cenaría algo y a dormiría toda la noche, mientras, descansaría recostada en el ómnibus unos minutos hasta que llegara a mi paradero final
  • -       Por supuesto señorita, alguien tan bella como usted debe descansar sus ocho horas como es debido

Una voz muy grave y un olor pestilente proveniente del compañero pasajero a mi lado me despertó con un gran susto, me levante inmediatamente con los brazos alzados, todo el mundo me vio hacer tal movimiento gimnástico, en seguida me tranquilice, tome asiento como una señorita recatada, y mire al sujeto que me había dicho eso. Un señor con barba larga blanca, el cabello desalineado y revuelto totalmente, como si tuviese una araña gigante encima de la cabeza, ropa arrugada y muy descuidada, obviamente, el olor a podredumbre con algo de apestoso olor a orines, ¡demasiado asqueroso!
  • -       Lamento incomodarte niña, pero tengo que hablar algo urgente contigo antes que me echen del ómnibus, si eres lista me oirás y me creerás, sino, seguirás tu camino, quizás te maten al bajarte de este carro. Ahora bien, sé que tienes muchas preguntas, acerca de esos dos tipos de negro y ese sujeto con la espada gigante que apareció para intentar ayudarte, pero eso es lo de menos, bájate un paradero después que yo, y te diré todo lo que tienes que saber ¿me entendiste?
  • -       Pero… - no sabía que responder
  • -       Bien, nos vemos china

La cobradora del ómnibus obligó al vagabundo maloliente a bajarse, el señor acepto amablemente y se bajó de inmediato, no sin antes maldecir algunas cosas, totalmente diferente al señor quien me había hablado hace unos segundos antes, no sabía qué hacer, no tenía idea de lo que estaba pasando, pero si ese sujeto vio lo que me paso en el paradero cerca de la facultad, entonces… no debe ser tan malo, agarré mi mochila y me baje en el siguiente paradero, tal como me lo dijo. Por supuesto, era el último paradero del ómnibus, si o si tenía que bajarme.

Cuando baje en el paradero que me indico, me di cuenta que era el último paradero del ómnibus, ya me encontraba en la avenida 28 de Julio sin que me haya dado cuenta, en realidad, si me había dado cuenta, pero si no hubiese sido por ese susto de… ya me habría fijado que estaba aquí. Quería irme rápido, pero algo me decía que esperase por ese misterioso señor vagabundo, era como un presentimiento, como si de verdad, supiese la verdad, algo en mi me decía, “Kim, espéralo de verdad, quizás tiene algo muy importante que decirte, no es un loco apestoso, no lo creas a la primera vez que lo veas. Nunca juzgues un libro por su portada”.

Entonces pude verlo comprando una galleta de soda en un puesto ambulante ubicado en la esquina de la avenida, ¿Cómo había llegado hasta allí tan rápido? El tipo compraba con una sonrisa amarilla usando dinero que, no sé dónde saco, y luego guardo la galleta, levanto su mirada tristona y me quiso invitar unas galletas ¡me quería convidar con muchas personas a mi alrededor!… Me dejó sorprendida con su actitud desconcertante, sin creerlo ¿un vagabundo amable conmigo? Fue muy raro, extraño y sumamente mal visto en una ciudad como Lima, pero cuando pensaba en eso, el tipo ya se encontraba a mi lado, de pie, esperando un momento oportuno para hablarme, yo… apenas podía contener el aliento, ¡el tipo realmente quería invitarme galletas de soda!

Transcurrieron varios minutos, mientras yo intentaba mantener la calma y no salir huyendo, ese tipo comía sus galletas de soda como si el mundo se fuese a acabar, disfrutándolo y sacándome en cara lo que el comía y yo no en ese momento, luego de que terminara de comer, se sacudió las manos y sonrió mientras veía a los ómnibus pasar de lado a lado, después de observarlos por unos minutos, se fue con un perrito siguiéndolo a su costado, me quede sin… ¡nada!

El vagabundo se fue, no dijo nada y se largó, de una forma u otra, el tipo este se largó sin decirme nada o algo, por un momento me sentí feliz y bien, pero por un lado sensible de mi cuerpo, también sentí un poco de tristeza al no saber, que era realmente lo que quería o debía decirme, o como es que había llegado a esa forma, un señor viejo pero recuerdo de una vieja ciudad usando ropajes y oliendo muy mal, que sociedad tan injusta, para mí, ese vagabundo viejito, era un buen señor. Pero no decidí pensarlo más, fui a mi paradero final rumbo a la Victoria,  destino a mi querido y para nada asustadizo, hogar.

Mientras una joven tenia una reunión incomoda con un viejo vagabundo sin decir alguna palabra. Una llamada de celular retumba en los oídos de una hermosa chica de ojos grandes, cerca al centro comercial del Callao, ella contesta su celular…
  • -       ¿Y bien? ¿Pudiste cumplir tu misión?
  • -       Iba a hacerlo – hablo la jovencita de ojos grandes – pero esos tipos de la unidad de Tenorio aparecieron y me malograron el plan, no pude hacer nada
  • -       ¡Con un carajo! – maldijo el tipo quien hablaba a través del celular - ¡no puedes hacer nada bien!
  • -       No me culpes por favor, esos tipos aparecieron y ya pues, no pude hacer nada, además, ya te dije que ella es mi mejor amiga, y jamás la lastimaría
  • -       ¿En serio? ¿ni siquiera en nombre de la legión?
  • -       No metas a la legión en esto, si realmente ella es la indicada, entonces lo averiguaré por mí mismo, no necesito de nadie para ayudarme, tengo sueño y ya me voy a dormir, adiós teniente Salazar
  • -       ¡Espera! ¡no me cuelgues por un…! – colgó su celular
  • -       ¿Qué se ha creído esa tipa? Nadie va a tocar a mi mejor amiga ¡nadie! Y si hay la necesidad de hacerlo, yo mismo lo haré, con mis propias manos y mis lágrimas ¡yo misma terminaré esta misión! ¡porque soy la superior Milagros Sánchez Rucoba! ¡legionaria hasta la muerte!


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