- - Soy el Muqui, ahora morirán en paz niños hombres
- - Eh… - ambos lo miramos y luego nos miramos - ¡ES UN DUENDE! ¡CORRE!
Un
pequeño ser de color verde, usando un ropaje rojizo muy dañado, con un casco
minero puesto y una pequeña pala encima de su hombro bien diminuta que parecía
sacado de un juego de muñecas o una figura armable se apareció entre nosotros.
- - ¡¿A quién le dicen duende?! ¡Soy el muqui de los andes! ¡Muqui Paco niños hombres!
- - Ah… pero… eres tan pequeñito que pareces un juguetito – dije
- - ¡No soy un juguetito maldito! ¡Soy El Muqui Paco!
- - Eh… ahora que lo veo, no das tanto miedo – hablo Armando – más bien, seria genial venderte y ganar mucho dinero… ¿Cuánto valdrás?
- - ¡A mi vende nadie! ¡Soy El muqui…!
- - Si ya lo dijiste varias veces ¿Qué eres?
- - Forasteros malditos, no saben nada sobre nosotros y se dicen peruanos llamar… llamar peruano es estúpido, somos incas somos
- - ¿Por qué hablas tan raro?
- - ¿Hablar raro? No me molesten, soy el último de mi especie, si hablar raro es raro entonces soy un el muqui raro ¿Qué hacen ustedes en este sagrado lugar?
- - ¿Sagrado lugar?
- - Forasteros niños estúpidos hombres, no saben nada de nada, bienvenidos al Cusco, mi natal ciudad verde prado
- - Genial ahora dices tonterías
- - ¡No te atrevas a decirme tonto! – levantó su dedo índice y disparó un pequeño rayo color rojo que desintegró un árbol completo – este es mi poder y no provoquen diabluras más. Es mi Udium
- - Espera… a la mierda – dijo Armando temblando de miedo al ver semejante poder - ¿Qué fue eso pequeñín?
- - Una más y derrotados van a ser por mi rojo ataque. Es el Udium, un ataque legendario pasado por mis ancestros muquis que concentra el poder del ser en una sola técnica tanto como defensa y ataque, es mi deber proteger este intrusos de reinos
- - ¿Dijiste Ium? Ese es la técnica que me enseñaron…
- - ¡Imposible! – le interrumpí al saber sobre esa técnica – se supone que esa técnica fue enseñada para cultivar la tierra por los antiguos incas
- - En parte sí, pero me sorprende que un tengas saber humano, sorprendente, ¿Quién te dijo eso?
- - Mi maestro Reynaldo
- - Veo ya… seguidme – ahora usaba un vocabulario fuera de contexto, creo que desde que empezó a hablarnos
El
pequeño ser que flotaba y parecía una mosca gigante roja nos guio a través del
espeso bosque hacia una cueva fuera de las hierbas verdes, una cueva no tan
profunda que estaba debajo de unas antiguas ruinas al parecer, preincaicas, una
majestuosa obra de construcción olvidado siglos antes de su descubrimiento por
parte de un terruco y un limeño como yo, abajo, la residencia de un ser místico
y que parecía sacado de los cuentos.
- - Oye Muqui – trataba de hablar con él mientras nos conducía hacia lo más recóndito de su guarida
- - Tengo nombre, soy el Muqui Paco, en honor a mi antiguo amigo humano
- - Oh vaya
- - Ah Paco… ¿A dónde vamos? Tengo hambre… - dijo Armando
- - Yo también, ¿No tendrás un arroz chaufa o un arroz con pollo por ahí? Me muero de hambre… ¡Vao a comer!
- - ¿Qué ser eso? ¿Vao a comer? Soy espíritu, los espíritus de la naturaleza no comen, solo ven y viven de la verde vida. Aparte… ya estamos llegando hacia mi verdadero casa
Al
adentrarnos en la cueva oscura, gracias a su poder especial, pudo crear una
pequeña esfera de luz que se parecía a una linterna, mientras lo agitaba de un
lado a otro mostrándonos antiguas pinturas rupestres dejadas por sus
“antepasados”, quienes eran espíritus de la naturaleza que convivían con el
humano antiguo. Decía ser descendiente de estos espíritus que compartían
experiencias de la siguiente vida con sus homónimos, los humanos.
Estos espíritus
aparecían para reivindicar su confianza y unión con la madre tierra como ellos
le llamaban; al conectarse con la especie que había alcanzado los medios
necesarios para gobernar el planeta, decidieron educarlos y enseñarlos sus
antiguas artes, con el trato de que los humanos le enseñasen lo que
significaban los sentimientos, cosa que los antiguos humanos no sabían, pero si
lo demostraban con afectos a su conyugue, al igual que adoraciones a dioses y a
la naturaleza.
Los espíritus
si existían, convivían con los seres de todo el planeta, no solo muquis, sino
de diferente tipo, desde pequeños hasta gigantes con forma humana hecho de
piedra, seres astrales que Vivian gracias a la tierra pero que desconocían su
verdadera procedencia. Lamentablemente la conexión humana – espíritu se terminó
con la llegada de la violencia en tiempo de la conquista de otras culturas por
parte de otras culturas, pero, aun así, los “Astrales” decidieron escoger sus
bandos con la creencia de que ellos tenían razón, sobre todo.
Cosa
que fue disminuyendo su tasa de mortalidad, gracias a esos entes, los antiguos
humanos podían crear diversas cosas, incluso hacer el dichoso IUM, que era la
energía misma canalizada y usada como un arma o una defensa, cuando su
propósito original era la de comunicar y creer en el espíritu natural de las
cosas. Por cosas del destino, todo acabo en la conquista española, los últimos seres
fueron cazados por los incas para utilizarlos como armas de guerra, cosa que no
funciono y fueron asesinados en vano.
- - Espera… - le interrumpí – no puede ser cierto todo eso, es como un cuento de hadas, nada, todo es falso, debes ser parte de un proyecto o algo…
- - Si fuese así – hablo el muqui - ¿Cómo es que puedes poderes raros tienes?
- - Oh…
- - Pues tiene razón el duende, tienes un poder raro, y ese bastón en especial que para nada sufre rajaduras… con esos tipos legionarios también, creo que es momento de creer en cuentos de hadas
- - Pero… a ya no entiendo nada… ¡También es excelente! ¡Así la vida será mejor! Si realmente existen seres extraños como tú, al igual que nuestros poderes, todo cambiará… ¡todo cambiará! ¡Es fabuloso!
- - Pues creo que si… pero muy complicado
- - Llegamos humanos seres – hablo flotando
Al
terminar la cueva, no podíamos creer a donde habíamos llegado, nubes esponjosas
a los alrededores, vegetación en todas partes y andenes decorando varias
montañas, en especial tres, tres grandes montañas que sobresalían frente a las
otras. ¡Estamos en Macchu Picchu! ¡La ciudad sagrada de los incas!
- - Aquí fue… donde nací, y el maestro me encontró, hace cincuenta años
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