Una bala de color plomo perforó la cabeza del senderista
que intentaba advertir a su camarada superior de la llegada de una chica misteriosa
que trabajaba para el ejército del nuevo presidente legionario Alexander, este
se derrumbó de inmediato derramando sangre en el piso ante mis ojos
sorprendidos de ver un muerto.
- - Oh no… al diablo me largo de aquí
- - ¡Espera! ¡Libérame primero!
- - ¿Estás loco? Esa tipa viene a matarte, mejor conmigo no existo para nada…
- - Vamos viejo se supone… se supone que venias a matarme, mejor libérame y luego pides un rescate
- - ¿Qué mierda hablas?
- - A que vivo valgo más, y si logras desatarme podrías entregarme a ese presidente a cambio de que te deje con vida
- - Pero… a carajo
Me liberó cortando las sogas que me ataban a la silla, me
levanté y tomé mi bastón como una herramienta de batalla, otra onda expansiva
de sonido destruyó lo que quedaba de la tienda de campaña, afortunadamente ya
había escapado de ella antes de quedar atrapado y libre de morir ante esa
chica.
Al verla de lejos huyendo con mi captor que todavía me
apuntaba con su rifle, pude ver una figura conocida, una figura que no podía
dejar de ver, que no podía creer que realmente ella fuese una enemiga;
Milagros… la mejor amiga de Kim y buena amiga de mi facultad ¿Sirviendo para la
legión? Me quedé helado y sin ánimos de avanzar, una chica estudiosa, calmada
¿Era una legionaria con poderes como los míos? ¿Qué estaba sucediendo?
- - ¡Vámonos ahora! ¡Avanza o aquí mismo te doy un balazo!
- - Ah…
Milagros siempre fue amable con todos, nunca dejaba que su
furia se mostrase ante otros, tampoco que otros que se amargasen con ella
interrumpieran su felicidad, era alegre y muy buena amiga de Kim, siempre
paraban de un lado a otro con demasiada armonía, pero al ver este panorama
ahora, cambiaba toda percepción que tenía hacia ella.
Apenas pudimos escapar en medio de los árboles que eran
derrumbados por los militares y las brigadas especiales que llegaban no paraban
de destruir todo lo que encontrasen en su camino, sin pensar en siquiera las
poblaciones que vivían en esos lugares y necesitaban de la naturaleza para
existir, los animales huían despavoridos al ver hombres y mujeres con armas
jamás antes vista, corrían desesperadamente al lado de nosotros huyendo,
buscando refugio, y en el pico de la catástrofe, Milagros.
Llegamos a la ribera de una cascada que de seguro al saltar
nos mataríamos, pero no tuvimos opción al ver camiones repletos de soldados
registrando todo y derrumbados obstáculos gigantes en su camino. Saltamos a la
cascada sin importar el miedo terrible que sentíamos en ese momento, cayendo
bruscamente al agua, mientras, pude ver que incluso algunos animales, por
instinto creo, saltaban también, como si supiesen su destino si se quedaban en
lo que quedaba del VRAEM. ¿Qué es realmente sentir miedo? ¿Acaso somos nosotros
los inteligentes y ellos los animales? ¿O al revés?
Caímos al gran lago que se formaba gracias a la cascada de
agua pura y todavía bebible en todo el territorio enemigo, nos sumergimos
tratando de ocultarnos de sus helicópteros militares que buscaban a toda costa
nuestros cuerpos, felizmente el tiempo sumergido hizo posible que los
helicópteros se alejasen totalmente, pero no tanto para mi nuevo amigo terruco
que apenas podía respirar y ya parecía estar morado. Lo saqué del rio y le di
primeros auxilios, aunque no sabía cómo hacerlo, así que simplemente lo golpeé en
el pecho varias veces con mis puños hasta que vomitara agua, como en las
películas, por suerte acerté y pudo respirar normalmente otra vez.
- - Carajo ¿Qué clase de primeros auxilios son esos?
- - ¡Cállate! Al menos te salvé la vida… ¡Agradece caracho!
- - Te agradeceré cuando te entregue a las autoridades
- - ¿Estás loco? ¿Crees que ellos te dejaran con el dinero libre? Te matarán al primer instante que te vean, eres su enemigo ¿Recuerdas?
- - Oh cierto… ¡Ah! ¡Que vamos a hacer! ¡ Nos matarán! ¡No conozco a nadie por estos lugares! ¡Y ni se dónde estamos!
- - ¡Cálmate terruco! ¡No te desesperes! ¡Calm dawn men! – pésimo inglés
- - En primer lugar, soy Armando Huaraní, y en segundo lugar… ¡Como quieres que me calme si no sabemos que hacer!
- - Pues… vaya con que es tu nombre real, tendremos que caminar hasta salir de este bosque… por allá o por aquí, o por algún lugar, no creo que estemos fuera del país todavía, hahaha, genialongo.
- - ¡Eres un huevón!
- - ¡Tú eres el huevón que me secuestró y huyó de los legionarios!
- - ¡Mierda es cierto! – otra vez comenzó su espectáculo de lloriqueos, nunca había conocido a un terrorista que temiese tanto y fuera un inútil, creo que me equivocaba al tratarlo como un terrorista de mierda, más bien, parecía ser un tipo gracioso, pero muy inútil
- - Bien… Armando, tenemos que seguir de frente y buscar algún pueblo cercano, apuesto que nos ayudarán si sabemos pedir ayuda
- - Bueno… tú eres a quien buscan así que te seguiré
- - Que ayuda caracho…
Nos levantamos del suelo, nos secamos lo mejor posible y
continuamos con nuestro camino por el sendero eterno verde. Un gran bosque
tropical que era demasiado espeso como para atravesarlo sin las herramientas
necesarias, pero ahora que no teníamos ni comida, ni agua, ni armas o algún
tipo de objeto para guiarnos, seguramente moriríamos desaparecidos antes de
encontrar el camino… y el amor por Kaytlin quedaría en nada… maldita sea.
Seguimos caminando y caminando, recorriendo arboles
gigantes y malezas incontables, monos trepando de un lado a otro y el sonido
perpetuo de un rio que no sabíamos si existía, es como si hubiesen pasado
varias horas, pero no parecía ocultarse el sol o caer en la noche. Es como si
nada existiese en este lugar salvo la continua naturaleza.
- - No tienen posibilidades de vivir, mueran de una vez
- - ¿Quién dijo eso? – preguntó Armando desesperado
- - ¡Alto allí! Eh… ¡Estoy armado! – dije tembloroso luego de los acontecimientos del día
- - ¿Con un bastón de madera? Seguro que realmente eres un niño… que pena, morirás tan joven, entonces me presentaré
Un ser muy pequeño, con un casco de minero, usando un traje
rudimentario color rojo y de piel verde y una mirada de miedo mezclado con
furia que desesperaba a quien lo mirase, pero muy pequeño de verdad.
- - ¡Soy el Muqui de los mil oros! Ahora mueran en paz…
0 comentarios:
Publicar un comentario