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jueves, 31 de diciembre de 2015

Invenciones




Primer volumen: Renovación

Capitulo Cero

Una gran mañana, un nuevo hogar, un excelente lugar donde despertar todos los días, pero para mí, es otro momento de estúpida bienvenida… a quien le interesa despertarse cuando ve un auto volador pasando cerca de la ventana de uno… realmente es una pérdida de tiempo. ¡Detesto este mundo y a sus inventores!

Mi nombre es Víctor o Bictor o no sé cómo se escriba, vivo con mis padres y tengo quince años, una edad patética para vivir y detestable para construir algo por otros, detesto esa mentalidad… pero mis padres insisten en que tiene que ser de esa forma, pues es la única forma de vivir, que asqueroso y a la vez un gran desperdicio de mis talentos.
  • -       ¡Despierta vago de mierda! – una voz femenina penetra mis oídos torturándolos como el veneno de una araña gigante
  • -       ¿Eh?
  • -       ¡Que te levantes sonsonazo! – es mi hermana menor, Grace de diez años pero muy entregada a su labor de hermanita
  • -       Que quieres… no ves que es muy temprano como para hacer algo…
  • -       ¿Muy temprano? ¡Ya son las once de la mañana y sigues tirado en la cama vago! Nuestros padres acaban de salir y me dejaron bien claro que debes de recoger la basura del piso, lavar los platos y…
  • -       Ya cállate… déjame dormir, total no tenemos visita alguna
  • -       ¿Y por eso no vas a limpiar nada? ¡Muere! – me lanza una almohada en la cara arrojándome casi por la ventana de mi cuarto

No tengo de otra, tuve que levantarme con malas ganas y con mucho sueño… pero de todas maneras esto era una pérdida de tiempo. El mundo tenía cientos de inventores que hacían realidades de todo tipo… desde autos voladores, cámaras reproductoras de efectos 3D hasta carteras o vestidos parlantes que te decían que tan bien te veías con eso o no. ¿Yo para que necesitaba eso? Yo solo quiero descansar y conocer el mundo, ser un viajero en lugar de un viejo inventor.

Salgo de mi casa para comprar algo de pan, pero dudo que encontrara a las once de la mañana una panadería abierta, o al menos con suficiente pan para alimentarme con algo. Salgo con pijama de líneas azules y mi cabello largo algo confuso, sin peinarme ni lavarme los dientes, ¿para qué? Si luego vuelvo a casa, es lo único que pienso, detesto este mundo cada día más. Pero qué le vamos a hacer, es el siglo XXII y es el año de los inventos del milenio.

Año 2150 y no sirvo para inventar algo, cosa que no me interesa pero a la vez es muy ridículo tener que hacerlo. Mi viejo fue en su época un respetado inventor de la tele transportación automática, mientras que mi vieja fue diseñadora de interiores muy revolucionaria en su año, y mi pequeña hermanita ya había inventado un ayudante tamaño lapicero para soplarle algunas respuestas a varios exámenes en el colegio… un invento muy útil pero a la vez estúpido, y yo nada… ningún boceto de algo y eso les preocupaba a mis padres, pero en fin, yo era yo y ellos otros.

Felizmente encuentro una bodega abierta a unas cuantas cuadras de mi casa, una pequeña bodega donde el pan es ofrecido por maquinitas voladoras donde mostraban su precio de acuerdo al mercado internacional, y el dueño solamente leía su periódico y cortaba algo de carne, con una sierra iluminada muy filosa y sofisticada, yo preferiría una cuchilla y listo.

Pedí cincuenta pirucentimos, la moneda nacional y sudamericana, que eran cerca de diez panes alrededor, al menos así habría pan hasta la medianoche por si algún familiar o pasante para trabajar en la fábrica de mis padres quería acercarse a pedir entrevista de trabajo o solamente un autógrafo, y yo claro como sirviente.

El señor Juan me dio la bolsa de pan de manera amable pero con algo de toz, al parecer se encontraba algo delicado de salud, pero eso no me interesaba… detestaba más el tener que pagar con raras monedas cuadradas con forma de sol. Hace décadas se estableció el nuevo uso de la moneda en todo el territorio, vivíamos en un enorme país llamado Pirú, y yo sin lujos ni videojuegos de realidad virtual viviendo en plena capital. Malurín… un nombre tan gracioso y perfectamente idiota para disfrutar del mar y el cielo despejado.

Vivíamos cerca al puerto número dos de la capital Malurisense, el mar era enorme y tan azul que era posible ver peces de diferentes colores paseando por toda la costa… algo tan bello pero tan común que todos los días los veía nadar y les tiraba piedras para que hicieran algo… ¡muchas cosas! Pero por fortuna esta vez no había peces, todos al parecer se fueron a hacer algo, o tal vez hacer pececitos o pececitas, que demonios… ¿Por qué pensaba en esa mierda?

La tierra se bautizó como la Geo Terra, un nuevo lugar donde habitar y vivir, mientras en otro lejano planeta existía una colonia, una colonia donde se libraban batallas para conocer a los tres inventores del siglo, donde los geniales creadores se hacían famosos y compartían sus creaciones a toda la humanidad, para mi algo muy idiota y carente de brillantez. Pero mi familia se oponía a estas ideas, mis padres se alejaron de ese mundo, por dos razones, de las cuales las desconozco, pero eso me hace valorar mi punto de vista, que no es necesario inventar…
  • -       ¿Inventar para prosperar? Que curioso… eso mismo lo dijeron hace unos cuantos cientos de años atrás…
  • -       ¿Quién mierda eres?
  • -       Buenas… que modales eh niño
  • -       ¿A quién le dices niño vieja?
  • -       ¿Vieja? Respeta a tus mayores – un leve corte de aire fue levantando en el muelle, en una pequeña parte del muelle
  • -       Pero que…
  • -       Mi nombre es Claudia Cheng, y soy una inventora profesional

Una chica de mediana estatura, con cabello largo y lacio color negro muy negro, ojos bien pintados y una boquita algo pequeña, pero con mucho brillo en sus ojos. Junto con todo ese maquillaje una casaca roja muy fina, un vestido debajo de color negro y tacones altos para quizás creerse algo alta, pero que era de mi tamaño, y eso que yo media metro sesenta. Y claro, cargando un bolsón de igual color que su casaca, rojo pasión.
  • -       ¿Claudia Cheng? ¿eres asiática o china?
  • -       Claro que no… y decir eso es una ofensa para cualquier asiático niño maleducado, mi nombre es Claudia Alexandra Cheng, y soy una inventora profesional de tan solo veintiún años, muy bella y elegante para ti niño…
  • -       ¿Qué haces por aquí vieja?
  • -       ¡Sigues diciéndome vieja! Pues prepárate para mis ataques realistas de mi bolsa especial
  • -       ¿bolsa especial? ¡Espera! ¡Por qué mierda me atacas!
  • -       Por decime vieja ¡niño bruto!

Su bolso se transformó en una especie de guantes gigantes junto con sus tacones que también se volvieron botas grandes, suficientes para destruir el muelle por completo si realmente pesaban como al parecer lo era… ahora tenía frente a mí una señora vieja muy maquillada usando botas y guantes gigantes para volarme en pedazos… y yo con pijama y una bolsa de pan semi caliente a punto de romperse. No podía moverme ni tampoco irme a otro lugar, pero esto era demasiado genial, demasiado súper como para perdérmelo, y algo que me enseñó mi viejo, ¡es a pelear hasta quemar el último cartucho!
  • -       Pues bien viejita Cheng, yo también voy a pelear, tal vez no sea un inventor profesional… pero soy tan poderoso que te destrozaré el alma
  • -       Hahaha a ver niño, ven y prepárate para pelear, yo solo estaba observando el mar y tú me dices vieja de la nada… si quieres recibir una paliza, ¡pues aquí la recibirás niño!
  • -       ¡QUE NO SOY UN NIÑO!

Deje la bolsa de pan a un lado, o mejor dicho la tire al mar, para sacar de mi manga derecha un pedazo de metal expansible que se convertía en una espada de tamaño natural y exuberantemente filosa para su traje casual. Saque mi espada ante la sorpresa de la vieja y me disparé contra todo pronóstico hacia su preciada cabeza y cabellera larga, ambos puños chocaron contra el filo de mi espada metálica, que explotaron en algo pequeño para botarnos a ambos al frente de otro.
  • -       ¿Qué? ¿Quién demonios eres niño?
  • -       Soy Bictor viejecita, y me gustan las peleas de todo tipo, como también me gusta destrozar y ganar dinero a montones, porque para mí, ¡los inventos son pérdidas de tiempos y de dinero!

-       No digas tonterías, los inventos son lo mejor para la humanidad, y con esta creación mía… ¡me volveré la número uno de todo el siglo!
Ambos chocamos nuestras armas nuevamente, esquivando muy fácil sus ataques pesados, mientras que ella intentaba cubrirse de mis ataques despiadados con sus guantes y botas de metal, pero no era lo suficientemente veloz como para evitarlo. Sus ataques estaban muy pesados mientras que los míos eran muy ligeros, y con eso ya tenía asegurada la victoria, mi primera victoria a los quince años, esto sería genial, ¡muy genial!
  • -       ¿Con que la número uno? ¡Pues para mi va a ser partida en dos vieja!
  • -       ¡Maldita sea!
  • -       Se acabó la pelea

Una voz delicada, algo suave y melodiosa, mejor que la de esta chica Cheng gritó desde encima de los edificios, y una escopeta apareció frente de mi con sus huecos apuntándome la cara, fue como en ese preciso momento, unas tres balas fueron disparadas hacia mi rostro con un dolor de los mil demonios con harto ardor en todo mi cuerpo, ¡era como ser quemado en vida!
  • -       ¿Quién eres?
  • -       Soy… la numero cinco en el ranking mundial de inventores, y este combate no fue autorizado para nada…
  • -       La… ¿número cinco? – dije apenas moviendo la cabeza
  • -       Si querido… como también soy tu futura manager en las próximas olimpiadas de las invenciones que se realizara en Júpiter
  • -       ¿De qué hablas? – Claudia bajo sus guantes y botas, estas volvieron a ser normales y no salió de su asombro para nada

-       Lo que les dije, seré su representante y directora técnica en este gran torneo de olimpiadas especiales, donde los tres primeros puestos podrán integrar sus inventos hacia el resto de la humanidad, y mi nombre es Kaysi Michelle Verilia
  • -       ¿y… porque tengo que hacerte caso? Esta vieja me ataco de la nada y ahora… viene otra tipa con esto de… participar en un estúpido torneo
  • -       ¿sigues con lo de vieja?
  • -       Ya cállense ambos, caray, tengo quince y no soy tan molesta como tu señorita Cheng, pero en fin…
  • -       ¿Quince?
  • -       Se los explicare con mayor detalle, una vez los otros miembros vengan a Malurin, donde se realizara la selección primero… y antes de irme, déjame decirte Bictor, que tus padres están de acuerdo en que soy sea tu representante
  • -       ¿Mis padres?
  • -       Incluso, si te portas bien, podrías ser mi novio porque ellos lo aceptan y muy bien, hahaha
  • -       ¿NOVIA? ¿NOVIO?

No entendía bien lo que estaba sucediendo, primero un torneo, olimpiadas y ahora esta chica que fantasea mucho con esta vieja de aquí… ¿Qué rayos está sucediendo?... ¡Yo soy solo un niño cara

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