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viernes, 11 de diciembre de 2015



El susto había pasado, las temibles granadas y balazos de destrucción habían cesado mientras descansaba toda la noche, ya eran las once de la mañana y hoy no habría clases de ningún tipo. Me levanté de inmediato sin saber que hacer en ese momento, tenía una espada legendaria en mi cuarto del tamaño de una regla de 20 centímetros, junto con la amarga experiencia que tuve que pasar con Pamela para recuperarla.

Ella también fue testigo de lo que sucedió esa noche, y casi le cuesta la vida como la mía, todo por robar esa maldita espada antigua, que por alguna razón, me estaba llamando, sentía eso, una fuerte vibración de llamada y correspondencia hacia la vieja katana, “La Tachi” como se hacía llamar en Japón y en todo el mundo, ahora me pertenecía, pero con graves consecuencias.

Caminé hacia la sala para tomar desayuno, mis padres ya se habían ido a trabajar, y mi hermana mayor a su trabajo, mientras cuidada de mi hermana menor, quien prometió cumplir su palabra y no decir nada, a pesar de que me vio ingresando al departamento en la madrugada, era una observadora total.
  • -       ¡Buenos días hermana! – me saludó con su tierna sonrisa de semi adolescente
  • -       Oh hola, ¿y nuestros padres? – pregunté sabiendo la respuesta, queriendo no saber nada de lo de anoche
  • -       Pues trabajando, por cierto, ¿Qué tal tu cita de medianoche? ¿se protegieron no?
  • -       ¡¿Qué?! – dije alarmada por su manera de hablar – no sé de qué hablas, solo… - y recordé la mentira que le había dicho para salir – bueno…
  • -       Dime la verdad hermana, me dijiste que me contarías que tal te había ido si no decía nada a papa y mama, ahora ¡cuéntame que tal te fue! ¿Lo hicieron en el parque o un hostal?
  • -       ¡Qué manera de hablar es esa! No pasó nada, solo conversamos como buenos amigos y punto, nada en especial
  • -       Está bien… entonces, ¿me puedes servir un huevo frito? Tengo hambre y aun no desayuno
  • -       ¿Aún no? Pero ya son las once de la mañana
  • -       No tengo clases hoy, por eso me levanto a la hora que quiera
  • -       Claro… me serviré de paso para mí también
  • -       Encenderé la tele

Encendí la televisión para poder ver algo de dibujos animados, un canal que disfrutáramos ambas sin necesidad de entrar en detalle de lo que sucedió horas antes, sin embargo, para mi mala suerte, todo eso acabo de muy mala manera, al encenderla, lo primero que sintonizó fue un canal de noticias, donde se reportaba al atentado contra un centro comercial y el robo de un artículo de valiosísima importancia a nivel mundial, si, esa misma cosa era La Tachi, ahora era noticia de cobertura internacional.
  • -       ¡Wao! – dijo mi hermana con sorpresa - ¿viste eso? Qué raro y feo
  • -       ¿Por qué raro? Casi siempre roban a diario en diferentes lugares y eso… - trataba de ocultar mi nerviosismo, mi hermana era muy inteligente a pesar de no tener más de trece años
  • -       Es que… tú saliste ayer, y justo paso eso, una gran explosión y cosas muy feas…
  • -       ¿Me vinculas con eso? No tiene nada que ver ¡mucha gente sale de madrugada a besar a su novio!
  • -       Yo no he dicho nada, pero en fin, no tiene por qué molestarnos, yo confío en ti hermana
  • -       Gracias… si, somos una familia muy unida y nada nos molestará

El timbre sonó con mucha fuerza justo en el momento del desayuno, me preguntaba quién podría ser, quizás algún familiar o alguno de mis padres, porque amigos… solo una amiga conocía mi casa exactamente, nadie más, o tal vez buscaban a mi hermana sus amigos de colegio, ni siquiera a mí me buscaban cuando estudie los once años en el colegio, pero bueno. Me dirigí para abrir la puerta, pero antes observe por la ventana quien podría ser, y efectivamente, era ella, mi mejor amiga de la universidad, Milagros Sánchez.

¿Qué haría aquí tan temprano? Vive lejos y pues, venir a visitarme es medio raro, y peor que ya casi salimos de vacaciones y hoy no había clases en la facultad ¿Qué pasará? No desconfiaré de mi mejor amiga, y la hice pasar.
  • -       ¡Hola Mili! – dije feliz dándole un fuerte abrazo
  • -       ¡Hola Kimcita! – dijo con su melodiosa voz y cabello bien laceado – vine a visitarte y también, a que me devolvieras el cuaderno que te había prestado el jueves ¿recuerdas?
  • -       ¡Oh! es cierto, está bien, pasa, ¿ya tomaste desayuno o algo?
  • -       Para nada, pero si me invitas algo será estupendo
  • -       Bueno, a ver que encuentro

La hice pasar a mi pequeña casa, mi hermana apareció con su sonrisa y se saludaron, ella dejo caer su mochila en uno de los sillones de la sala, parecía que cargaba muchas cosas como para quedarse una semana en Lima. Ella vive en Lurín, en las afueras de Lima, y casi siempre se va para allá en tiempos de estudio, pero otras veces se queda en la casa de su tía en el Callao para acomodarse y estudiar a conciencia.

Me preguntó justo sobre las noticias mientras preparaba huevo frito para tres, ella amablemente se ofreció a ayudarme a cocerlos y siguió con sus preguntas. Realmente no quería contestarlas ni decirle que estuve allí y era la ladrona de la espada legendaria y que ahora estaba en mi cuarto. Pero no tuve opción que decirle lo que cualquiera le respondía, “si, una terrible noticia”, fue lo único que pude contestar sin levantar ninguna sospecha. Milagros es una chica muy inteligente y deductiva, casi hasta da miedo de cómo puede prever las mentiras con tan solo ver los ojos, eso puede ser un raro don, un rarísimo don, pero de todas formas la quería mucho.

Mientras sacaba los platos para los huevos fritos, me comentaba sobre la noticia del ataque al centro comercial “Arenales”, y que ella sentía algo de miedo porque era un lugar donde yo frecuentaba para ver las últimas noticias del kpop o simplemente comer comida coreana. Me preguntó si había estado en ese lugar esa noche, pero obviamente le respondí que no, porque era muy peligroso y para nada común conmigo, cosa que era mentira.

Nos sentamos las tres en la mesa para tomar un breve desayuno. Milagros tomo algo de café con su huevo frito y dos panes, mientras que mi hermana menor su leche caliente y cereal, yo en cambio una taza de té con huevo frito y un pan con mantequilla, algo liviano pero compensable para no tener hambre después.

Disfrutamos del desayuno con la televisión encendida, pero claro, ahora viendo dibujos animados y hablando de las caricaturas, y mi hermanita siempre haciéndonos reír con sus palabras o comparaciones, era un momento feliz, un momento totalmente diferente a lo que horas atrás sucedió, no quería que pasase estos minutos y pues seguir hablando y hablando, pero, todo tiene un final.

Milagros se levantó y llevó su plato hacia la cocina donde los lavó con paciencia y humildad, le habían inculcado la forma de agradecimiento lavando sus propios cubiertos, yo los dejé en la mesa porque debía de acompañarla al paradero, mi hermanita se quejó pero no le quedo de otra, todos colaborábamos en limpiar la mesa, y ella tenía que poner de su parte. Nos levantamos, me cambié de manera rápida, algo liviano y deportivo, y nos fuimos avisando que tardaría unos minutos en volver.

 Hablamos durante el camino sobre nuestras cosas, pensamientos y quehaceres para el futuro, ella me comentó que estaba saliendo con un chico de su cuadra, pero que, era demasiado pronto tener que catalogarlo como un enamorado, porque ambos sentían que, era… muy lejano esa palabra, y yo solo le comentaba lo que se venía en los concursos de bailes y sobre algunos chicos que me parecían muy buenos amigos, cosa que no desaprovechaba Milagros para hacerme algunas bromas.
  • -       Bueno Kim, ya me tengo que ir a Lurín, hoy tengo una parrillada de mi familia, y no quiero llegar tarde, espero que te diviertas ¡entrenando muy duro eh! – río de forma melodiosa
  • -       Hahaha gracias por los ánimos Mili, bueno entonces yo también me despido
  • -       Una monedita por favor – dijo un limosnero que apareció detrás de nosotras – una monedita a una buena causa
  • -       No tengo señor, lo siento – dije lastimosamente, al verlo, no pude sentir algo de pena propia
  • -       Y pues bien… - siguió hablando Mili hasta que fue interrumpido nuevamente por el señor vagabundo
  • -       ¿Ninguna monedita señoritas? – insistió el vagabundo
  • -       No, ninguna señor, lo lamento – hablo Mili con algo de molestia
  • -       ¿Ni siquiera por una buena causa?
  • -       No señor, lo sentimos – dije con algo de temor e impaciencia
  • -       ¿Tampoco para pulir la espada que guardas en tu casa? – dijo el señor con una mirada totalmente diferente
  • -       ¿Qué? – dije alarmada - ¿De qué habla?

El señor vagabundo se levantó del piso y me señaló una vieja casona abandonada al final de la cuadra, Mili quiso ir de inmediato pero el vagabundo la sujetó de la cabeza y la envió de un sacudón hacia la casona abandonada, y a mí me pateo directo al estómago también enviándome con velocidad rápida hacia ese lugar.
  • -       Esa es mi casa niñas, y si alguien les invita a pasar, por cortesía deben de aceptar la invitación, estas niñas de hoy…




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