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lunes, 4 de abril de 2016

Miguel Grau, un héroe de toda una nación, un verdadero santo en tierra de pecadores vanidosos y muy mal pensados, un mito entre leyendas y la gran creación que luchó hasta el final de sus días por el bien de su querida patria, usando sus estrategias, razones y su sable para pelear hasta el último segundo de vida… pero no estoy aquí por querer saber sobre historia, sino, por este sable, que ha perdurado por décadas, algo normal… salvo que, este sable brilla mucho al estar cerca de mí.


  • Este es el momento cuando debo de poseerla y unirme a "ella"

La batalla en el centro histórico de Lima había comenzado, mientras mi superior fue a la base principal de los comandos peruanos para unirlos a la causa, y en otra instancia, el economista del grupo se encargaba de difundir toda imagen en beneficencia para nosotros, todos ocupados. Yo en cambio, tendría que estar cuidado algo, pero como no va conmigo eso, entonces decidí venir al museo de Historia en la avenida Abancay, para echarle un ojo a ese sable.

La pobre seguridad de la biblioteca fue reflejada en sus débiles actos de detenerme, por fortuna, las personas a los alrededores, quienes iban a comprar o vender, no estaban, ya sea por el miedo al acto terroristas, o miedo a mi tremendo poder, ahora solo tenía que subir las escaleras al segundo piso, donde esta legendaria arma brillaba con intensidad en mi cabeza…

No podía explicar esa extraña relación, pero necesitaba poder, necesitaba todas las herramientas para vencer a ese imbécil de Alexander y destruir esta puta organización que creó, como también matar a Jerouu, cazarlo y finalizar la meta que me propuse a principio de mi camino, matar a todas las lacras de la sociedad, por ende, ellos serán mis metas finales.

Este sable fue escondido por la armada chilena décadas atrás, ya sea por temor o por propia decisión, este sable era intocable, generaba un aura de terror a quien osaba poseerla, ese era mi deber en este momento, tenía que conseguirla a toda costa, si quería destruir a ambos enemigos. Me importaba un carajo el país, después de todo, no soy peruano.

Los guardias ya estaban descansando en el otro mundo, y estaba a unos pasos de conseguir ese sable, supuestamente escondido en la base de la marina de guerra, pero por cuestiones de seguridad, se hicieron varias copias en varios lugares del Perú, e incluso una copia en el extranjero, pero la original la habían colocado en esta gran biblioteca museo, por ende, nadie sospecharía que un arma de tan valor histórico se encontraría en una aburrida biblioteca, mal pensados marineros, yo si conocía este lugar.

Mi padre fue parte de la marina en sus épocas de oro, por eso sabia toda la historia acerca del sable de Miguel Grau, absolutamente todo. Me dedique a investigar su importancia, y las leyendas que giraban al torno de esta arma. Sobre que se intentó destruirla, pero sus materiales eran tan fuertes que ni siquiera con un pedazo de oro gigante podría destruirlo, tampoco derretirlo, fundirlo ni cortarla, era un material tan resistente y misterioso.

Como otra leyenda mencionaba, que el uso que le daba el almirante era tan explícito y muy poco detallado que, nunca se le vio utilizarse en batalla, salvo en la guerra del pacifico, donde, por casualidad, nace otra leyenda del ejército chileno, al utilizarla, era capaz de destruir cualquier otra arma con solo tocarla, cortaba balas, atravesaba metales y podía incluso, cortar a la mitad fierros o hierros como si se tratasen de simples papeles de baño.
Luego de leer todas esas historias, decidí comprobarlo por mí mismo, probar su fortaleza y entender cómo funcionaba ese sable, si bien Jerouu utilizaba una especie de bastón de madera, un sable de metal podría cortarlo con mucha facilidad, sin embargo, ese bastón no era común, tenía algo “mágico” en su interior, quería probar su fuerza, y para eso, solo me hacía falta algo… algo tan poderoso como esto.

Cuando ingresé al depósito del segundo piso, amenacé con matar a la chica que laboraba en ese lugar si no me daba la llave principal, a lo que respondió que no tenía esa llave, furioso destruí la puerta con mi propio poder, el brillo concentrado en mis manos fue suficiente para volarla en pedazos, y buscar lo que necesitaba, y entre todos esos libros viejos y sin importancia… ¡el sable estaba a mi disposición!

En la facultad…
  • -       Tú… ¡Milagros! – hablaba totalmente desfallecida Kim
  • -       Lo lamento – con lágrimas en los ojos
  • -       No te disculpes Milagros, que llorona, acabemos con esto rápido… - decía Noelia impaciente por querer matar a la chica que rechazó sus ataques de fuego con facilidad
  • -       No te desesperes enana, primero debemos asegurar el terreno antes de proseguir, ella es demasiado peligroso, solo míranos a nosotros, derrotados ante una chica con una espada, que singular acontecimiento…
  • -       ¡Deja de hablar así Héctor! Pero bueno, no puedo ya hacer nada… es momento de mis ataques personales
  • -       ¿Qué quieres decir?

Noelia se acercó lentamente hacia donde Kim yacía herida y sin poder moverse por la gran herida que tenía en la espalda, al acercarse a ella, solo pronuncio unas palabras en silencio, y con su bota color negro oscuridad, golpeo su bello rostro, derramando sangre alrededor de su cabeza, y los dientes ensangrentados, desesperación era lo que se esparcía por la facultad, y los estudiantes eran muestra de ello…
  • -       ¡Ya basta Noelia!
  • -       Bah… solo era una china idiota
  • -       Acabemos con esto y llevémosla al cuartel general
  • -       ¿Por qué impacientarnos Héctor? Creo que esta niña merece algo más de respeto y formalidad – su mano derecha se encendió con tal intensidad en colores flamas – deberíamos acabar ahora mismo
  • -       ¡Eso no nos incumbe! ¡tenemos órdenes!
  • -       Y mis órdenes son… ¡ejecutarla aquí mismo por avergonzarme frente a todos!

El fin estaba escrito en una simple mano, envuelto de fuego, traicionada y moribunda, ¿Qué mejor forma de morir? Ninguna otra idea de cómo sobrellevar la situación, ya estoy herida, no doy para seguir peleando, mi mejor amiga, ahora es de los enemigos, si debe de ser de esa forma, lo lamento maestro, padres, amigos, todos… ¡lo lamento!
  • -       ¡Muere! ¡eh!

Un pez gigante apareció rompiendo las puertas y golpeando con sus aletas a los demás policías, haciendo uso de su cola gigante para golpear a la capitana Noelia y enviarla directo a la sala de computación, de manera abrupta y dejándola inconsciente.
  • -       ¿Qué?
  • -       ¿Cómo? – decía Milagros sin saber entender que estaba sucediendo
  • -    Lamentamos llegar tarde chulls, pero una pelea de tres contra uno es injusta, pero ahora que ya estamos aquí, ahora si será una pelea justa – decía Jhon, desapareciendo su pez gigante entre sus manos


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