Miguel
Grau, un héroe de toda una nación, un verdadero santo en tierra de pecadores
vanidosos y muy mal pensados, un mito entre leyendas y la gran creación que
luchó hasta el final de sus días por el bien de su querida patria, usando sus
estrategias, razones y su sable para pelear hasta el último segundo de vida…
pero no estoy aquí por querer saber sobre historia, sino, por este sable, que
ha perdurado por décadas, algo normal… salvo que, este sable brilla mucho al
estar cerca de mí.
- Este es el momento cuando debo de poseerla y unirme a "ella"
La
batalla en el centro histórico de Lima había comenzado, mientras mi superior
fue a la base principal de los comandos peruanos para unirlos a la causa, y en
otra instancia, el economista del grupo se encargaba de difundir toda imagen en
beneficencia para nosotros, todos ocupados. Yo en cambio, tendría que estar
cuidado algo, pero como no va conmigo eso, entonces decidí venir al museo de
Historia en la avenida Abancay, para echarle un ojo a ese sable.
La
pobre seguridad de la biblioteca fue reflejada en sus débiles actos de
detenerme, por fortuna, las personas a los alrededores, quienes iban a comprar
o vender, no estaban, ya sea por el miedo al acto terroristas, o miedo a mi
tremendo poder, ahora solo tenía que subir las escaleras al segundo piso, donde
esta legendaria arma brillaba con intensidad en mi cabeza…
No
podía explicar esa extraña relación, pero necesitaba poder, necesitaba todas
las herramientas para vencer a ese imbécil de Alexander y destruir esta puta
organización que creó, como también matar a Jerouu, cazarlo y finalizar la meta
que me propuse a principio de mi camino, matar a todas las lacras de la
sociedad, por ende, ellos serán mis metas finales.
Este
sable fue escondido por la armada chilena décadas atrás, ya sea por temor o por
propia decisión, este sable era intocable, generaba un aura de terror a quien
osaba poseerla, ese era mi deber en este momento, tenía que conseguirla a toda
costa, si quería destruir a ambos enemigos. Me importaba un carajo el país,
después de todo, no soy peruano.
Los
guardias ya estaban descansando en el otro mundo, y estaba a unos pasos de
conseguir ese sable, supuestamente escondido en la base de la marina de guerra,
pero por cuestiones de seguridad, se hicieron varias copias en varios lugares
del Perú, e incluso una copia en el extranjero, pero la original la habían
colocado en esta gran biblioteca museo, por ende, nadie sospecharía que un arma
de tan valor histórico se encontraría en una aburrida biblioteca, mal pensados
marineros, yo si conocía este lugar.
Mi
padre fue parte de la marina en sus épocas de oro, por eso sabia toda la
historia acerca del sable de Miguel Grau, absolutamente todo. Me dedique a
investigar su importancia, y las leyendas que giraban al torno de esta arma.
Sobre que se intentó destruirla, pero sus materiales eran tan fuertes que ni
siquiera con un pedazo de oro gigante podría destruirlo, tampoco derretirlo,
fundirlo ni cortarla, era un material tan resistente y misterioso.
Como
otra leyenda mencionaba, que el uso que le daba el almirante era tan explícito
y muy poco detallado que, nunca se le vio utilizarse en batalla, salvo en la
guerra del pacifico, donde, por casualidad, nace otra leyenda del ejército
chileno, al utilizarla, era capaz de destruir cualquier otra arma con solo
tocarla, cortaba balas, atravesaba metales y podía incluso, cortar a la mitad
fierros o hierros como si se tratasen de simples papeles de baño.
Luego
de leer todas esas historias, decidí comprobarlo por mí mismo, probar su
fortaleza y entender cómo funcionaba ese sable, si bien Jerouu utilizaba una
especie de bastón de madera, un sable de metal podría cortarlo con mucha
facilidad, sin embargo, ese bastón no era común, tenía algo “mágico” en su
interior, quería probar su fuerza, y para eso, solo me hacía falta algo… algo
tan poderoso como esto.
Cuando
ingresé al depósito del segundo piso, amenacé con matar a la chica que laboraba
en ese lugar si no me daba la llave principal, a lo que respondió que no tenía
esa llave, furioso destruí la puerta con mi propio poder, el brillo concentrado
en mis manos fue suficiente para volarla en pedazos, y buscar lo que
necesitaba, y entre todos esos libros viejos y sin importancia… ¡el sable
estaba a mi disposición!
En la facultad…
- - Tú… ¡Milagros! – hablaba totalmente desfallecida Kim
- - Lo lamento – con lágrimas en los ojos
- - No te disculpes Milagros, que llorona, acabemos con esto rápido… - decía Noelia impaciente por querer matar a la chica que rechazó sus ataques de fuego con facilidad
- - No te desesperes enana, primero debemos asegurar el terreno antes de proseguir, ella es demasiado peligroso, solo míranos a nosotros, derrotados ante una chica con una espada, que singular acontecimiento…
- - ¡Deja de hablar así Héctor! Pero bueno, no puedo ya hacer nada… es momento de mis ataques personales
- - ¿Qué quieres decir?
Noelia
se acercó lentamente hacia donde Kim yacía herida y sin poder moverse por la
gran herida que tenía en la espalda, al acercarse a ella, solo pronuncio unas
palabras en silencio, y con su bota color negro oscuridad, golpeo su bello
rostro, derramando sangre alrededor de su cabeza, y los dientes ensangrentados,
desesperación era lo que se esparcía por la facultad, y los estudiantes eran
muestra de ello…
- - ¡Ya basta Noelia!
- - Bah… solo era una china idiota
- - Acabemos con esto y llevémosla al cuartel general
- - ¿Por qué impacientarnos Héctor? Creo que esta niña merece algo más de respeto y formalidad – su mano derecha se encendió con tal intensidad en colores flamas – deberíamos acabar ahora mismo
- - ¡Eso no nos incumbe! ¡tenemos órdenes!
- - Y mis órdenes son… ¡ejecutarla aquí mismo por avergonzarme frente a todos!
El fin
estaba escrito en una simple mano, envuelto de fuego, traicionada y moribunda,
¿Qué mejor forma de morir? Ninguna otra idea de cómo sobrellevar la situación,
ya estoy herida, no doy para seguir peleando, mi mejor amiga, ahora es de los
enemigos, si debe de ser de esa forma, lo lamento maestro, padres, amigos,
todos… ¡lo lamento!
- - ¡Muere! ¡eh!
Un pez
gigante apareció rompiendo las puertas y golpeando con sus aletas a los demás
policías, haciendo uso de su cola gigante para golpear a la capitana Noelia y enviarla directo a
la sala de computación, de manera abrupta y dejándola inconsciente.
- - ¿Qué?
- - ¿Cómo? – decía Milagros sin saber entender que estaba sucediendo
- - Lamentamos llegar tarde chulls, pero una pelea de tres contra uno es injusta, pero ahora que ya estamos aquí, ahora si será una pelea justa – decía Jhon, desapareciendo su pez gigante entre sus manos
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